viernes, 11 de noviembre de 2011

Verdadera Seguridad.


Durante la Guerra Fría, un período de malestar entre las dos potencias mundiales más grandes en la segunda mitad del siglo xx, los estadounidenses vivían bajo la amenaza de una guerra nuclear. Recuerdo que, durante la crisis de los misiles en Cuba, en 1962, parecía que Estados Unidos estaba al borde del aniquilamiento. Para un alumno de sexto grado, era una situación muy angustiante.
Uno de los recuerdos más vívidos de aquella época eran los ejercicios de seguridad en la escuela: Sonaba una alarma y debíamos escondernos debajo de los pupitres para protegernos de las bombas atómicas. Al mirar atrás, estoy seguro de que eso no nos habría ayudado para nada ante un holocausto nuclear. Incluso, nos habría dado una falsa sensación de seguridad.
Aunque hoy quizá no enfrentemos algo así, hay muchos peligros que nos atemorizan, y algunos son espirituales. Efesios 6:12 nos recuerda que nuestras luchas son «contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes». Sin duda, hay enemigos poderosos, pero Dios nos ha dado Su amor protector (Romanos 8:35, 38-39) y los recursos espirituales de Su armadura (Efesios 6:13-17).
¿El resultado? Aunque enfrentemos una fuerte oposición, «somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:37). En nuestro Padre celestial, tenemos seguridad verdadera.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Es todo por Él.


Cuando Silvia se comprometió para casarse, su amiga Ana, que era soltera, lo festejó con ella. Organizó una fiesta para su amiga, la ayudó a elegir el vestido de novia, la escoltó por el pasillo de la iglesia el día de la boda y estuvo a su lado durante la ceremonia. Cuando Silvia y su esposo tuvieron hijos, Ana celebró el nacimiento de los niños y se regocijó con las bendiciones de su amiga.
Tiempo después, Silvia le dijo a Ana: «Me has consolado en situaciones difíciles, pero lo que especialmente me demuestra que me quieres es que te alegras conmigo durante los buenos momentos. No dejaste que ninguna clase de celos te impidiera celebrar junto a mí».
Cuando los discípulos de Juan se enteraron de que un nuevo rabino llamado Jesús estaba rodeándose de seguidores, pensaron que su maestro se pondría celoso (Juan 3:26). Entonces, se le acercaron y le dijeron: «¡Está bautizando y todos acuden a Él!». Pero Juan celebró que Jesús llevara a cabo Su ministerio. Declaró: «… soy enviado delante de él. […] el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido» (vv. 28-29).
Nosotros también deberíamos caracterizarnos por tener una actitud humilde. En vez de querer que nos presten atención a nosotros, todo lo que hacemos debería atribuir la gloria a nuestro Salvador. «Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe» (v. 30).

martes, 21 de junio de 2011

Bendiciones inesperadas.

Noemí y Rut se unieron en circunstancias bastante desagradables. Para huir de una hambruna en Israel, la familia de Noemí se mudó a Moab. Estando allí, sus dos hijos se casaron con mujeres moabitas: Orfa y Rut. Después, su esposo y sus hijos murieron. En aquella cultura, las mujeres dependían de los hombres, lo que dejó a las tres viudas en circunstancias dificilísimas.
Noemí supo que la hambruna en Israel había terminado; entonces, decidió hacer el largo recorrido de regreso a su tierra. Orfa y Rut partieron con ella, pero las instó para que se volvieran a su casa, diciendo: «… la mano de Jehová ha salido contra mí» (1:13).
Orfa volvió, pero Rut siguió con ella y afirmó su confianza en el Dios de Noemí, aunque la fe de esta era débil (1:15-18).
La historia empezó con situaciones terriblemente desagradables: hambre, muerte y desesperación (1:1-5), pero todo cambió de dirección debido a bondades inmerecidas: De Rut a Noemí (1:16-17; 2:11-12) y de Booz a Rut (2:13-14). Afectó a personas insólitas: dos viudas (una anciana judía y una joven gentil) y Booz, el hijo de una prostituta (Josué 2:1; Mateo 1:5). Dependió de una intervención inexplicable: «aconteció» que Rut espigaba en el campo de Booz (2:3). Y terminó en una bendición inimaginable: un bebé que estaría en la genealogía del Mesías (4:16-17).
Dios hace milagros de cosas aparentemente insignificantes: fe débil, pequeñas bondades y personas comunes.

jueves, 9 de junio de 2011

Tarjeta profesional.

En algunas culturas, el título debajo del nombre en tu tarjeta profesional es muy importante. Identifica tu rango. La forma de tratarte depende de lo que seas en comparación con los que te rodean.
Si Pablo hubiese tenido una tarjeta profesional, lo habría identificado como «apóstol» (1 Timoteo 1:1), que significa «enviado». Él no usaba ese título motivado por el orgullo, sino por el asombro. No se ganó esa posición; fue «por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo». En otras palabras, no era una designación humana, sino divina.
Anteriormente, Pablo había sido «blasfemo, perseguidor e injuriador» (v. 13). Dijo considerarse el «primero» de los pecadores (v. 15). No obstante, por la misericordia de Dios, había llegado a ser apóstol, alguien a quien «el Rey de los siglos» (v. 17) le había encomendado el glorioso evangelio y lo había enviado a predicar las buenas nuevas.
Lo más asombroso es que, como en el caso del apóstol Pablo, todos nosotros somos enviados al mundo por el Rey de reyes (Mateo 28:18-20; Hechos 1:8). Reconozcamos con humildad que tampoco merecemos semejante comisión. Para nosotros, es un privilegio representar al Señor y Su verdad eterna en palabras y en acciones cada día y ante todos los que nos rodean.

lunes, 6 de junio de 2011

Dios es Dios.


Cuando una autoridad romana le pidió a Policarpo (69–155 d.C.), obispo de la iglesia de Esmirna, que maldijera a Cristo si quería que lo liberaran, él dijo: «Lo he servido 86 años y Él nunca me falló. ¿Cómo puedo yo blasfemar a mi Rey que me salvó?». El oficial romano lo amenazó: «Si no cambias tu manera de pensar, te haré consumir por el fuego». Policarpo permaneció impertérrito. Como no maldijo a Cristo, lo quemaron en la hoguera.
Siglos antes, cuando tres jóvenes llamados Sadrac, Mesac y Abed-nego enfrentaron una amenaza similar, respondieron: «… rey Nabucodonosor […]: nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses» (Daniel 3:16-18). Una experiencia similar, pero con dos resultados distintos. Policarpo fue quemado vivo, pero Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron del horno sin ninguna marca.
Dos resultados diferentes, pero el mismo despliegue de fe. Estos hombres nos mostraron que la fe en Dios no es simplemente confiar en lo que Él puede hacer, sino en que Dios es Dios, ya sea que nos libere o no. Él tiene la última palabra, y está en nosotros decidir seguirlo en cualquier circunstancia.

jueves, 2 de junio de 2011

¡El Hijo amanece!

Según una leyenda, el nombre del estado donde nací, «Idaho», viene de una palabra de los indios shoshone: «i-da-jou»; que traducida significa algo parecido a: «¡Miren! El sol se levanta sobre la montaña». Suelo pensar en esto cuando el gran astro aparece sobre las cumbres en el oriente y derrama su luz y su vida sobre el valle donde vivimos.
También pienso en la promesa de Malaquías: «… nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación» (Malaquías 4:2). Esta es la irrevocable promesa de Dios de que nuestro Señor Jesús volverá y de que toda la creación «será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Romanos 8:21).
Cada nuevo amanecer es un recordatorio de la mañana eterna cuando el «Sol brillante del cielo» saldrá trayendo salvación en Sus alas. Entonces, todo lo que ha sido hecho se volverá a realizar de manera irrevocablemente perfecta. No habrá espaldas ni cinturas doloridas, dificultades financieras, pérdidas ni vejez. Una versión de la Biblia dice que, cuando Jesús vuelva, saldremos «saltando como becerros recién alimentados» (Malaquías 4:2 NVI). Este es mi mayor anhelo y esperanza.
Jesús dijo: «Ciertamente vengo en breve» (Apocalipsis 22:20). ¡Sí, ven, Señor Jesús!

jueves, 26 de mayo de 2011

Confianza y Tristeza.

A principios de 1994, cuando con nuestra familia nos enteramos de que el equipo de fútbol de Estados Unidos jugaría la Copa del Mundo en Michigan, el estado donde nací, supimos que teníamos que estar allí.
¡Qué alegría sentíamos mientras íbamos camino al estadio Pontiac Silverdome a ver jugar a Estados Unidos contra Suiza! Fue uno de los eventos más extraordinarios de nuestra vida.
Solo hubo un problema. Una de nuestras hijas, Melissa, de nueve años, no pudo ir. Aunque disfrutamos del partido, no fue lo mismo sin ella. A pesar de la alegría de estar allí, estábamos tristes por su ausencia.
Cuando pienso en ese día, la tristeza que sentíamos me recuerda a la que experimentamos ahora que ya no está en esta vida, ya que murió en un accidente automovilístico ocho años después de aquel partido. Aunque apreciamos la ayuda del «Dios de toda consolación» (2 Corintios 1:3), este consuelo inmenso no cambia la realidad de su silla vacía en las reuniones familiares. Las Escrituras no dicen que Dios quita nuestra tristeza en esta vida, sino que Él es fiel y que nos consuela.
Si perdiste a alguien, aférrate al consuelo de Dios. Confía en Él. Pero recuerda que está bien sentir tristeza por esa ausencia. Ten en cuenta que es una razón más para echar tus cargas sobre tu amoroso Padre celestial.

martes, 24 de mayo de 2011

simplificar.

En una entrevista en la radio, a una superestrella del básquet le preguntaron sobre su habilidad especial para marcar en circunstancias cruciales el tanto ganador de un partido. El periodista quería saber cómo podía tener tanta calma en momentos de semejante presión. Él respondió que trataba de simplificar la situación. «Sólo hay que hacer un lanzamiento», dijo el jugador. Un lanzamiento… esta es la esencia de simplificar una circunstancia difícil. Concentrarse únicamente en lo que está delante de uno en ese momento. No preocuparse por las expectativas del entrenador ni de los compañeros de equipo. Simplificar.
Al reconocer que los desafíos de la vida pueden ser abrumadores y asfixiantes, Jesús nos instó a poner las cosas bajo control simplificándolas. Dijo: «… no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal» (Mateo 6:34). Así concluyó sabiamente Su enseñanza sobre el poder debilitante de la preocupación. Preocuparse no consigue nada positivo; sólo aumenta la sensación de que nos estamos hundiendo en los problemas que enfrentamos. Debemos tomar las cosas como vienen —día a día— y confiar en que Él nos dará la sabiduría necesaria para reaccionar como corresponde.
Si sientes que la vida te abruma, haz hoy lo que puedas y, después, confíale el resto al Señor. Como dijo Jesús: «Cada día tiene ya sus problemas» (NVI).

viernes, 20 de mayo de 2011

Recepción humilde.

Mientras leía el primer capítulo de Santiago, me impactó la frase «recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas» (v. 21). Me vino a la mente una decisión con la que he estado luchando para tomar, y pensé: No necesito leer otro libro, asistir a otro seminario ni preguntarle a un amigo sobre esto. Debo obedecer lo que la Biblia me dice que haga. Mis esfuerzos por estar mejor informado se habían convertido en un medio para resistir la instrucción de Dios en lugar de recibirla.
Santiago estaba escribiéndoles a seguidores de Cristo, cuando dijo: «desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:21-22).
El erudito bíblico W. E. Vine dijo que la palabra griega usada aquí para recibid significa «una recepción pronta y deliberada de lo que se ofrece». La mansedumbre es una actitud hacia Dios «que considera que Su trato con nosotros es bueno y que, por tanto, no lo cuestionamos ni lo resistimos». Un corazón humilde no lucha contra Dios ni contiende con Él.
La poderosa Palabra de Dios, implantada en nuestro corazón, es una fuente de sabiduría y fortaleza espiritual digna de confianza. Está a disposición de todos los que la reciben con humildad.

jueves, 19 de mayo de 2011

Relaciones destruidas.

Desde el balcón de mi casa, vi cómo demolían un edificio de apartamentos de 20 pisos. El trabajo se hizo en apenas una semana y ahora, en el mismo lugar, están construyendo uno nuevo. Ya han pasado varios meses y, aunque las tareas de edificación continúan de noche y los fines de semana, todavía está incompleto. ¡Cuánto más fácil es destruir que edificar!
La verdad sobre la demolición y la construcción de edificios también se aplica a las relaciones interpersonales. En Filipenses 4:2, Pablo les escribió a dos mujeres de la iglesia, diciendo: «Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor». Si no se resolvía, la pelea entre ellas amenazaba con echar por tierra el testimonio de la iglesia de Filipos. Por eso, el apóstol instó a un «compañero fiel» (v. 3) para que ayudara a reconstruir la relación.
Lamentablemente, los creyentes sin duda se pelean, pero deberíamos procurar vivir «en paz» con todos (Romanos 12:18). A menos que nuestros conflictos se resuelvan, el testimonio cristiano que con tanto trabajo construimos puede destruirse. Se requiere mucho tiempo y esfuerzo para recomponer relaciones interpersonales rotas. Pero vale la pena. Como un edificio nuevo que se levanta de entre las ruinas, los creyentes reconciliados pueden resurgir más fortalecidos.
¡Quiera Dios que hoy procuremos edificarnos unos a otros con nuestras palabras y acciones!

miércoles, 18 de mayo de 2011

Seremos transformados.

Thomas De Baggio contrajo la enfermedad de Alzheimer a una edad temprana, y en el libro Losing My Mind [Perder mi mente] hace una crónica de su pérdida gradual de la memoria. Allí registra el perturbador proceso mediante el cual la persona se olvida de todo: las tareas, los lugares y las personas.
Esta enfermedad afecta la actividad de las neuronas del cerebro, lo que genera pérdida gradual de la memoria, confusión y desorientación. Puede ser trágico observar que una persona que antes era mentalmente despierta empieza, de manera progresiva, a olvidarse cómo hacer para vestirse o que no reconoce los rostros de los seres queridos. Es como perder a la persona antes de que muera.
La pérdida de la memoria también puede ocurrir por otras razones, como un accidente o un trauma existencial. Y para los que vivimos hasta la vejez, el desgaste del cuerpo es inevitable.
Pero, para el creyente en Cristo, hay esperanza. Cuando reciban sus cuerpos glorificados en la resurrección, serán perfectos (2 Corintios 5:1-5). Sin embargo, más importante aún es que en el cielo reconoceremos a Aquel que murió para redimirnos. Recordaremos lo que hizo y lo conoceremos por las marcas de los clavos en Sus manos (Juan 20:25; 1 Corintios 13:12).
El olvido puede acosar nuestro cuerpo terrenal, pero, cuando veamos al Señor, «seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es» (1 Juan 3:2).

lunes, 16 de mayo de 2011

¿Vida injusta?

¿Alguna vez sentiste que la vida es injusta? Para los que estamos comprometidos a hacer la voluntad de Dios y seguir Sus caminos, es fácil frustrarse al ver que a las personas que no tienen interés en Él aparentemente les va bien en la vida. Un empresario engaña y, sin embargo, consigue un importante contrato, y el muchacho que se pasa todo el tiempo de fiesta es robusto y saludable. Mientras tanto, tú o un ser querido lucha con las finanzas o con problemas de salud. Esto nos hace sentir desengañados, como si no sirviéramos para nada.
Si alguna vez te sentiste así, no eres el único. El escritor del Salmo 73 desarrolla una extensa lista de formas en que prosperan los malos, y después dice: «Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón» (v. 13). Pero la marea de sus pensamientos vuelve atrás cuando recuerda el tiempo que pasó en la presencia del Señor: «Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos» (v. 17).
Cuando pasamos tiempo con Dios y vemos las cosas desde Su punto de vista, nuestra perspectiva cambia por completo. Quizá ahora tengamos celos de los incrédulos, pero no será así en el momento del juicio. Como expresa el dicho: ¿Qué diferencia hay si ganas la batalla, pero pierdes la guerra?
Tal como el salmista, alabemos a Dios por Su presencia en esta vida y por Su promesa de una existencia futura (vv. 25-28). Él es todo lo que necesitas, aunque la vida parezca injusta.

Palabras fuertes (15 de Mayo)

En un libro titulado UnChristian (Anticristianos), se enumeran razones por las que a algunos incrédulos no les gustan las personas que profesan fe en Jesucristo. La mayor queja tiene que ver con el modo en que algunos creyentes tratan a los incrédulos, y en ese estudio, estos tienden a considerar a los cristianos hipócritas, críticos, ásperos y odiosos con aquellos que los rechazan.
Estoy seguro de que te desagrada como a mí oír lo que ellos piensan de los creyentes. A veces, sus percepciones son más ciertas de lo que nos gustaría que fueran. Primera Juan 3 comienza con las palabras: «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios» (v. 1). Juan presenta un agudo contraste: Los creyentes aman la justicia, se mantienen alejados del pecado y se aman unos a otros; los incrédulos practican el pecado, odian a los demás y permanecen espiritualmente muertos.
¡Qué palabras tan fuertes! O somos seguidores de Jesucristo o del diablo. Somos como Caín o como Abel (v. 12; Génesis 4:8-15). Juan dice que amar a los demás es la prueba de que somos verdaderos hijos de Dios (3:10, 18-19; 4:7-8). No podemos seguir practicando el pecado y declarar que somos seguidores de Cristo. Asegurémonos de que nuestras palabras y acciones respalden nuestras creencias.

viernes, 13 de mayo de 2011

El dedo fuerte.

Hace poco, oí sobre un deporte que supera mi imaginación; no puedo entender cómo puede ser que alguien lo practique. Se llama «lucha del dedo del pie». Todos los años, gente de todo el planeta se reúne en Inglaterra para las competiciones mundiales. Los participantes se sientan en el suelo, uno frente al otro, y después sujetan el dedo gordo del pie de uno al del otro. El objetivo es voltear el pie del oponente de manera similar a como lo hacen los que compiten en pulseadas con los brazos. Me resulta extraño.
En cierto modo, esta competición inusual honra una parte del cuerpo que es bastante ignorada… hasta que se nos cae algo encima. Los pies, con sus dedos, son una parte vital de nuestra anatomía; sin embargo, les prestamos poca atención, a menos que nos duelan.
Quizá por esta razón Pablo usó el pie para recordarnos que no hay partes insignificantes en el cuerpo de Cristo. En 1 Corintios 12:15, declaró: «Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?». La única respuesta correcta es: «Claro que es parte del cuerpo».
Pablo quiere que nos demos cuenta de que cada persona del cuerpo de Cristo es importante. Aunque te consideres el miembro más pasado por alto e ignorado, eres valioso. Además, puedes honrar a Dios como un verdadero campeón si usas tus talentos particulares para Su gloria.

lunes, 9 de mayo de 2011

Amor útil.

Al final del viaje terrenal de mi madre, ella y mi papá todavía seguían muy enamorados y compartían una sólida fe en Cristo. Mamá padecía de demencia senil y había perdido la memoria, incluso de sus familiares. No obstante, papá la visitaba constantemente en la residencia donde vivía con asistencia diaria y buscaba maneras de suplir las capacidades disminuidas de ella.
Por ejemplo, le llevaba algunos caramelos masticables, desenvolvía uno y se lo ponía en la boca; algo que ella no podía hacer por sí sola. Entonces, mientras ella lo masticaba lentamente, mi padre se sentaba en silencio a su lado y la tomaba de la mano. Cuando terminaba el tiempo de estar juntos, mi padre, con una amplia sonrisa, decía: «Siento tanta paz y gozo cuando paso tiempo con ella».
Aunque me conmovía el gran gozo que papá tenía al ayudar a mi madre, más me emocionaba que él estaba representando la gracia de Dios. Jesús estuvo dispuesto a humillarse a sí mismo para conectarse con nuestra debilidad. Reflexionando en la encarnación de Cristo, Juan escribió: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…» (1:14). Al adquirir las limitaciones humanas, Él hizo innumerables actos de compasión, para suplir nuestras debilidades.
¿Conoces a alguien que pueda beneficiarse con el amor útil y suplidor que hoy podría fluir a través de ti hacia ellos?

viernes, 6 de mayo de 2011

La sabia hormiga

Todos los años hago algo especial para celebrar la llegada de la primavera: compro trampas para hormigas. Estas pequeñas invasoras marchan continuamente a nuestra cocina para buscar cualquier resto de comida que haya quedado en el suelo. No son exigentes; les gusta todo: trocitos de papas fritas, un grano de arroz e incluso una pizca de queso.
Aunque las hormigas pueden ser una molestia, Salomón las alabó por su estricta ética laboral (Proverbios 6:6-11). Señaló que son disciplinadas: «no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor» (v. 7), son sumamente productivas. También siguen ocupadas cuando no hay una necesidad inmediata, y así consiguen suministros en el verano y recogen alimentos durante la siega (v. 8). Cuando llega el invierno, no están preocupadas pensando qué van a comer. Poco a poco, estas obreras laboriosas han ahorrado suficiente para subsistir.
Nosotros podemos aprender de la hormiga. Cuando Dios nos da épocas de abundancia, podemos preparar para cuando los recursos sean pocos. El Señor es el proveedor de todo lo que tenemos, incluso de nuestra capacidad para trabajar. Debemos hacerlo con diligencia, ser administradores sabios de lo que Él ha provisto y, después, descansar en la promesa de Su cuidado (Mateo 6:25-34).
Recordemos el consejo de Salomón: «Ve a la hormiga, […], mira sus caminos, y sé sabio» (Proverbios 6:6).

miércoles, 4 de mayo de 2011

Dos palabras.

En los anales de la historia publicitaria en los Estados Unidos, uno de los eslogan más eficaces que ha habido es la pregunta de los productores de leche californianos: «¿Bebiste leche?». Con esta frase, el grupo captó la atención de casi todos. En unas encuestas, más del noventa por ciento de la gente reconoció el lema.
Si «¿bebiste leche?» es tan bueno para recordar a la gente que debe beber «jugo de vaca», quizá podamos crear algún eslogan para instarnos a vivir vidas más santas. Veamos Santiago 4 e intentemos hacerlo. Este pasaje nos da cuatro instrucciones específicas.
1. ¡Someteos! El versículo 7 nos dice que nos sometamos a Dios. Nuestro Señor soberano nos ama, así que, ¿por qué no dejar que sea Él quien dirija la función? La sumisión nos ayuda a resistir al diablo. 2. ¡Acercaos! El versículo 8 nos recuerda la importancia de acercarnos a Dios. Depende de nosotros cerrar la brecha que nos separa del Señor. 3. ¡Limpiad! El versículo 8 también nos trae a la memoria la seguridad de que nuestro corazón está limpio. Esto sucede cuando confesamos nuestros pecados a Dios. 4. ¡Humillaos! Santiago dice que debemos ser humildes delante del Señor (v. 10). Esto implica que tenemos que considerar nuestro pecado como algo por lo cual llorar.
¡Someteos! ¡Acercaos! ¡Limpiad! ¡Humillaos! Estas palabras quizá no parezcan apropiadas en una camiseta, como «¿bebiste leche?», pero sin duda lucirán bien en ti.

martes, 3 de mayo de 2011

Nunca Solos

Al haber jugado fútbol en torneos intercolegiales, nunca perdí mi amor por «el juego bonito». En especial, me encanta ver la Premier League inglesa. Una de las razones es la destreza y la velocidad con que allí se juega. Además, me apasiona cómo cantan los aficionados para respaldar a sus amados «bandos». Por ejemplo, durante años, el equipo de Liverpool ha tenido como lema You’ll Never Walk Alone [Nunca caminarás solo]. ¡Qué emocionante que es oír a 50.000 personas que se unen para cantar la letra de esa antigua canción! Tanto para los jugadores como para los aficionados, es estimulante ver que seguirán juntos hasta el fin. ¿Caminar solos? Nunca.
Este sentimiento es importante para todos. Como todos hemos sido hechos para vivir en comunidad, el aislamiento y la soledad están entre las experiencias más dolorosas del ser humano. En tiempo de angustia, nuestra fe es vital.
El hijo de Dios nunca necesita temerle al abandono. Aunque la gente se nos vuelva en contra, los amigos nos dejen o las circunstancias nos separen de los seres queridos, nunca estamos solos. Dios dijo: «No te desampararé, ni te dejaré…» (Hebreos 13:5). Estas frases no son solo una agradable melodía ni palabras ingeniosas que ofrecen un sentimiento vacío, sino la promesa de Dios mismo para los que son el objeto de Su amor. Él está presente… y no se va a ir.
Con Cristo, nunca caminarás solo.

lunes, 2 de mayo de 2011

Dos reglamentos.

¿Alguna vez te sentiste abrumado por los reglamentos y las expectativas? Imagina cómo se habrá sentido el pueblo judío cuando trataba de cumplir más de 600 reglas del Antiguo Testamento y muchas otras que le habían impuesto los líderes religiosos de aquella época. Imagina también su sorpresa cuando Jesús simplificó la búsqueda de la rectitud al reducir la lista a solo dos cosas: «Amarás al Señor tu Dios» (Mateo 22:37) y «amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39).
En esencia, Jesús nos está diciendo que Dios sabe cómo lo amamos a Él por la forma en que tratamos a las demás personas. A todas ellas. Seamos realistas: amar a nuestro prójimo puede ser un desafío. Pero, cuando lo hacemos para expresar nuestro amor a Dios, damos rienda suelta a una motivación poderosa que ama sin importar si esa persona lo merece o no. Y cuando amamos a Dios y a nuestro prójimo, todo lo demás se ajusta también. Si amo a mi prójimo, no daré falso testimonio contra él, no codiciaré su riqueza ni a su esposa, ni tampoco le robaré. Amar a los demás en beneficio de la obra de Dios concede incluso la gracia y la fortaleza para perdonar a aquellos que nos han colmado de injusticias.
¿Hay alguien que hoy necesita ver el amor de Dios a través de ti? ¡Cuanto más desagradable sea la persona, más sentido tiene que declares la profundidad de tu amor a Dios!

jueves, 28 de abril de 2011

Aborrecedores de Dios

Hace poco, escuché el audio de un libro de un militante defensor del ateísmo. Mientras el propio autor leía su obra con un sarcasmo y un desprecio maliciosos, esa actitud hizo que me preguntara por qué estaba tan enojado.
La Biblia nos dice que rechazar a Dios puede, en verdad, llevar a una actitud de más odio hacia Él: «Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para [convertirse en…] aborrecedores de Dios…» (Romanos 1:28-30).
Darle las espaldas a Dios no lleva a ser secularmente neutrales. En realidad, los militantes ateos del día de hoy han mostrado su deseo de quitar de la cultura toda referencia a un Creador.
Cuando oímos que los ateos tratan de sacar de la sociedad las cruces y los Diez Mandamientos, es fácil reaccionar a su odio a Dios odiándolos nosotros a ellos. Sin embargo, se nos exhorta a defender la verdad con una actitud de amor: «que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad» (2 Timoteo 2:25).
La próxima vez que veas las obras y oigas las palabras de alguien que odia a Dios, evalúa tu actitud. Después, pídele al Señor que te dé espíritu de humildad y ora para que el ofensor llegue al conocimiento de la verdad.

miércoles, 27 de abril de 2011

Galería de susurros. (27de Abril)

La catedral de San Pablo, con su cúpula, en Londres, presenta un interesante fenómeno arquitectónico llamado «la galería de los susurros». Una página web lo explica así: «Se le da este nombre porque una persona que susurra mientras mira hacia la pared de un lado puede ser claramente oída desde el otro extremo, ya que el sonido se traslada de manera perfecta a lo largo de la gran curva de la cúpula».
En otras palabras, tú y un amigo pueden sentarse en extremos opuestos de la gran catedral del arquitecto Sir Christopher Wren y mantener una conversación sin elevar la voz más que para hablar con susurros.
Aunque esta sea una característica fascinante de la catedral de San Pablo, también puede ser una advertencia para nosotros. Lo que decimos sobre los demás en secreto puede trasladarse con tanta facilidad como los susurros a través de esa galería. Y nuestros chismes no solo viajan a lo largo y a lo ancho, sino que suelen producir grandes daños en el camino.
Quizá por eso la Biblia con frecuencia nos desafía en cuanto a cómo usamos las palabras. El sabio rey Salomón escribió: «En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente» (Proverbios 10:19).
En vez de usar los susurros y los chismes que pueden causar daño y dolor sin sentido, sería mejor que nos controláramos y que guardáramos silencio.

miércoles, 13 de abril de 2011

Pan de masa fermentada (13 de Abril)

El pan de masa fermentada se popularizó durante la fiebre del oro, en California, a mediados del siglo xix. En la década de 1890, se convirtió en la comida favorita durante un gran movimiento similar en Alaska. Los buscadores de oro llevaban un trozo pequeño de esta mezcla fermentada que contenía una levadura natural. Entonces, podían usar una parte de la masa para hacer más de esos panes predilectos.
Sin embargo, en la Biblia, la levadura puede tener una connotación negativa. Por ejemplo, el Nuevo Testamento suele mencionar que la «levadura» tiene una influencia corrupta. Por eso, Jesús dijo: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía» (Lucas 12:1).
Los hipócritas se revisten de una cubierta de rectitud, mientras esconden pensamientos y conductas pecaminosos. Cristo advirtió a Sus discípulos, y también a nosotros, de que llegará el día en que los pecados secretos se expondrán por completo. Dijo: «… nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse» (v. 2). Por esta razón, debemos temer a Dios con reverencia; pedirle que, por Su gracia, perdone todo pecado; y crecer espiritualmente, para llegar a ser creyentes auténticos.
La levadura puede ser beneficiosa en la panadería, pero también nos recuerda que debemos resguardarnos de la penetrante influencia del pecado en nuestro corazón.

Atender a las señales. (12 Abril)

La carretera estaba tranquila y avanzábamos rápidamente mientras íbamos a la casa del papá de Jay, en Carolina del Sur. A medida que cruzábamos las montañas de Tennessee, empecé a ver carteles de desvíos. Como mi esposo no se detenía, supuse que no tenían que ver con nuestro recorrido. Poco después, antes de llegar a la frontera de Carolina del Norte, encontramos una señal que decía que, más adelante, la autopista estaba cerrada por un desmoronamiento. Teníamos que dar la vuelta. Jay se sorprendió y preguntó: «¿Por qué no pusieron ningún aviso?». «Había un montón —dije yo—, ¿no los viste?» «No —dijo él—, ¿por qué no me avisaste?» «Supuse que los habías visto», contesté. Ahora contamos esta historia a nuestros amigos, como algo cómico.
A lo largo de la historia, Dios proporcionó numerosos «carteles» para mostrar a las personas cómo vivir, pero no le hicieron caso. Cuando Él, finalmente, envió a Su Hijo como señal (Lucas 11:30), los líderes religiosos casi no prestaron atención a Sus advertencias. Para ellos, la vida era buena: eran reconocidos y respetados (v. 43), y no les gustaba que les dijeran que estaban equivocados (v. 45).
Nosotros podemos ser como ellos. Cuando nos va bien en la vida, tendemos a ignorar las advertencias que nos indican que debemos dar la vuelta y dejar nuestro andar pecaminoso. Es importante recordar que, aunque las cosas anden bien, quizá estemos equivocados.

lunes, 11 de abril de 2011

Síndrome del centavo. (11 de Marzo)

Se dice que el centavo es la unidad monetaria más despreciada de los Estados Unidos. Muchas personas, si ven un centavo tirado en el suelo, ni siquiera se molestan en levantarlo. No obstante, algunas organizaciones de caridad están descubriendo que estas monedas pueden alcanzar sumas significativas, y que los niños son dadores generosos. Como dijo un participante: «Pequeñas contribuciones pueden marcar una inmensa diferencia».
El relato bíblico sobre David y Goliat describe a una persona, aparentemente insignificante, cuya confianza en Dios era mayor que cualquier otro poder que estuviera a su alrededor. Cuando David se ofreció para enfrentar al gigante Goliat, el rey Saúl dijo: «No podrás tú ir contra aquel filisteo» (1 Samuel 17:33). Pero David tenía fe en el Señor, que lo había librado en el pasado (v. 37).
David no padecía del «síndrome del centavo»: un sentimiento de inferioridad y de desesperación al enfrentar problemas abrumadores. Si él hubiese prestado atención al pesimismo de Saúl o las amenazas de Goliat, no habría hecho nada. En cambio, actuó con coraje porque confiaba en Dios.
Es fácil sentirse como un centavo en medio de un déficit de dos millones de dólares. Pero, cuando obedecemos al Señor en cada circunstancia, todo suma. En forma colectiva, nuestros actos de fe, grandes o pequeños, marcan una gran diferencia. Y cada centavo cuenta.

Un oculto para siempre (10 de Marzo)

Dos jóvenes hermanos se sentaban en la primera fila de la iglesia todos los domingos y observaban a su papá mientras dirigía el culto de adoración. Una noche, después de mandarlos a acostarse, el padre oyó que uno de ellos lloraba. Le preguntó qué le pasaba, pero el muchachito no se atrevía a contestarle. Finalmente, confesó: «Papá, la Biblia dice que vamos a adorar a Dios en el cielo para siempre. ¡Es una cantidad de tiempo impresionante!». Como imaginaba que el cielo sería un período largo de adoración, con su papá dirigiendo en el frente, ¡el lugar le sonaba bastante aburrido!
Aunque a veces nos gustaría saber más acerca de cómo será el cielo, estamos seguros de esto: es imposible que aburrido sea la palabra correcta para describirlo. Veremos cosas bellas como nunca antes conocimos; entre ellas: «un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal» (Apocalipsis 22:1). Allí experimentaremos «la gloria de Dios», que iluminará el cielo (21:23; 22:5); y disfrutaremos de una vida sin dolor ni tristeza (21:4).
Sí, no hay duda de que adoraremos en el cielo. Personas «de todo linaje y lengua y pueblo y nación» (5:9) se regocijarán alabando a Jesús, el Cordero digno, que murió por nosotros y resucitó (5:12).
Nos deleitaremos en la gloria de la presencia de Dios… para siempre. ¡Pero nadie se aburrirá ni siquiera por un segundo!

Tiempo de chequeo (3 de Abril)

Todos los años me hago un chequeo físico: esa visita periódica al consultorio del médico, donde me revisan en profundidad y me hacen todo tipo de estudios. Es algo que puede fácilmente producirnos miedo o darnos ganas de huir. No estamos seguros de cuál será el resultado de los exámenes ni de qué dirán los médicos. Aun así, sabemos que necesitamos esta evaluación para determinar cómo estamos físicamente y qué hará falta a medida que avancemos.
En sentido espiritual, lo mismo sucede en la vida de un seguidor de Cristo. Es necesario que, de vez en cuando, hagamos una pausa y reflexionemos sobre la condición de nuestro corazón y de nuestro andar.
Un buen lugar para hacer un importante estudio personal es la Cena del Señor. Pablo les escribió a los corintios, entre los cuales había algunos que comían de manera indigna: “Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa” (1 Corintios 11:28). Al recordar la muerte de Cristo por nosotros, la seriedad del momento puede darnos claridad de mente y una mayor comprensión, ya que, cuando consideramos el precio que Jesús pagó a nuestro favor, ese es el mejor momento para examinar el estado de nuestro corazón y de las relaciones interpersonales. Entonces, comprendiendo con honestidad nuestra condición espiritual, podemos acudir al Señor para pedirle la gracia que necesitamos para seguir adelante en Su nombre.
¿Es hora de que te hagas un chequeo?

Entrada válida. (31 de Marzo)

Durante un viaje para enseñar fuera de los Estados Unidos, a mi esposa y a mí nos negaron la entrada al país donde íbamos, debido a problemas con el visado. Aunque pensábamos que la nación que planeábamos visitar había otorgado correctamente los permisos, los consideraron nulos. A pesar de los esfuerzos de varios funcionarios del gobierno, no se pudo hacer nada. No nos dejaron entrar y nos ubicaron en el siguiente vuelo, de regreso a nuestro país. Ninguna intervención pudo modificar el hecho de carecer de la autorización adecuada para ingresar.
Esa experiencia en mi vida fue angustiante, pero no puede compararse en lo más mínimo con el definitivo rechazo a entrar. Me estoy refiriendo a aquellos que se presenten delante de Dios sin un pase válido para entrar en el cielo. ¿Qué pasaría si mostraran su registro de esfuerzos religiosos y de buenas obras? No sería suficiente. ¿Qué sucedería si presentaran referencias sobre su personalidad? No serviría. Una sola cosa puede darle a una persona el ingreso al cielo. Jesús dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14:6).
Cristo solo, por medio de Su muerte y resurrección, pagó el precio por nuestros pecados. Y Él es el único que puede darnos el pase autorizado a la presencia del Padre. ¿Has puesto tu fe en Jesús? Asegúrate de tener esta entrada válida para ingresar al cielo. .

Sírvelo hoy. (30 de Marzo)

Casi todos nosotros hemos querido tanto alguna cosa que, aunque sabíamos que estaba mal, no paramos hasta conseguirla. Después, nos sentimos apenados por nuestra tozudez espiritual y estupidez. Como consecuencia de haber desobedecido voluntariamente a Dios, podemos enojarnos con nosotros mismos, insensibilizarnos a causa de la culpa o resignarnos a padecer los resultados de nuestra necia equivocación. Sin embargo, hay otra opción.
Cuando los integrantes del pueblo de Israel insistían en tener un rey, a pesar de las advertencias del profeta Samuel (1 Samuel 8:4-9), Dios les permitió hacer lo que querían. Pero, cuando se dieron cuenta de los trágicos resultados de su decisión, le pidieron a Samuel que los ayudara y que orara por ellos (12:19). El profeta le dijo al pueblo: «No temáis; vosotros habéis hecho todo este mal; pero con todo eso no os apartéis de en pos de Jehová, sino servidle con todo vuestro corazón» (12:20).
No podemos desandar el ayer, pero sí actuar hoy para cambiar el mañana. Samuel prometió orar por ellos y enseñarles la manera correcta de proceder. Los instó a hacer lo siguiente: «Solamente temed a Jehová y servidle de verdad con todo vuestro corazón, pues considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros» (v. 24).
Dios nos invita a servirlo hoy y a reconocer con humildad Su perdón y Su fidelidad.

martes, 29 de marzo de 2011

Hablar suave y despacio.

John Wayne, un famoso actor norteamericano e ícono cinematográfico, dijo una vez: «Habla suave, habla despacio y no digas demasiado». A mí me cuesta seguir su consejo porque hablo rápido y no siempre lo hago con suavidad ni limito mis palabras. Sin embargo, esta idea de controlar nuestro lenguaje puede ser una herramienta útil cuando se trata del enojo. La Biblia dice que uno debe ser «tardo para hablar» (Santiago 1:19), y que «la blanda respuesta quita la ira» (Proverbios 15:1).
Gedeón respondió con suavidad durante un enfrentamiento verbal con algunos israelitas (Jueces 8). Después que su ejército derrotó a los madianitas, un grupo de conciudadanos lo criticó duramente (v. 1). Estaban ofendidos porque no habían participado en la parte más importante de la batalla. Gedeón no reaccionó con una respuesta áspera, sino que les recordó que habían capturado y asesinado a los príncipes de Madián. También honró a los hombres preguntándoles: «¿… qué he podido yo hacer comparado con vosotros?». Finalmente, «el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra» (v. 3).
Con la ayuda del Señor, podemos aplacar las situaciones caldeadas si controlamos nuestras palabras. Responder con amabilidad y delicadeza a las personas enojadas puede fomentar la unidad, para la gloria de Dios.

lunes, 28 de marzo de 2011

Medalla de oro al esfuerzo. (28 de Marzo)

En 2009, durante el campeonato de atletismo de escuelas secundarias en Kansas, sucedió algo inusual. El equipo femenino que ganó la carrera de relevos de 3.200 metros fue descalificado. Pero más raro fue lo que pasó después. El otro equipo, al que se le dio el premio estatal en su lugar, se dio vuelta y entregó las medallas a las integrantes del equipo descalificado.
La primera escuela, St. Mary’s Colgan, perdió el primer puesto porque los jueces consideraron que una corredora había salido de su carril cuando entregó el testigo. Esto significó que el segundo equipo, Maranatha Academy, ascendiera al primer lugar. Después de recibir sus medallas, las chicas del Maranatha vieron los rostros apesadumbrados de las alumnas del St. Mary’s; y entonces, se las dieron, una a cada una.
¿Por qué lo hicieron? Bernie Zarda, entrenadora del equipo del Maranatha, lo expresó así: «Nuestro eslogan del año era no correr para nuestra gloria, sino para la gloria de Dios». Como resultado del proceder de estas jovencitas, la historia trascendió por todo Kansas, y el nombre de Dios fue exaltado.
Cuando dejamos de lado nuestros intereses y logros personales para reconocer que es mejor ocuparse de los intereses de los otros (Filipenses 2:4), vemos que se glorifica el nombre del Señor. Actuar con gracia y bondad hacia los demás es una de las mejores maneras de guiarlos a Dios.

Teología para todos (27 de Marzo)

Algunos dicen que la teología es solo para los «profesionales». Sin embargo, la situación en la época de Jeremías ilustra por qué es importante que todos sepan lo que Dios dice acerca de sí mismo.
Los expertos religiosos de los días del profeta estaban tergiversando el mensaje de Dios al profetizar los «delirios de su mente» (Jeremías 23:26 NVI) y desviaban al pueblo con sus mentiras (v. 32). Debido a su falta de honestidad, la gente desconocía la verdadera naturaleza de Dios.
En la actualidad, hay personas que describen a Dios como un ser airado, vengativo y ansioso por castigar a la gente por errores insignificantes. Sin embargo, el Señor se describe diciendo que es «… misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad» (Éxodo 34:6). Otros le muestran al mundo un cuadro de un Señor amoroso, que es demasiado bueno para castigar la maldad. Pero Él se representa como alguien que ejerce juicio y justicia (Jeremías 9:24). Dios es, al mismo tiempo, un Juez justo y un Padre amoroso. Si enfatizamos un atributo por encima del otro, pintamos un cuadro falsificado de Su Persona.
Lo más importante que podemos saber de Dios y que debemos proclamarle al mundo es que el Señor no quiere castigar a la gente, sino que desea que todos se arrepientan, para poder perdonarlos (2 Pedro 3:9). No obstante, para ser en verdad amoroso, también debe ser absolutamente justo.

Eclipse de Colón (26 de Marzo)

En uno de sus viajes, Cristóbal Colón descubrió que los alimentos para la tripulación casi se habían terminado. Anclado frente a las costas de Jamaica, estaba agradecido de que los isleños le dieran comida. Pero, con el tiempo, esos regalos fueron disminuyendo y los marineros empezaron a morirse de hambre.
Por un libro de astronomía, Colón sabía que, en breve, habría un eclipse lunar. Entonces, reunió a los jefes nativos y les dijo que Dios estaba enojado porque ellos eran egoístas, y que escondería la luna. Al principio, los isleños se burlaron, pero, al ver que el disco plateado lentamente comenzaba a oscurecerse, se aterrorizaron y llevaron comida de inmediato. Colón les dijo que si oraban, la luna volvería. Aunque podamos comprender la situación, el «mensaje de Dios» que dio el navegante fue deshonesto y para beneficio personal.
Consciente de la existencia de charlatanes religiosos, que falsificaban la Palabra de Dios para satisfacer sus deseos, el apóstol Pablo escribió: «… no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo» (2 Corintios 2:17).
Debemos cuidarnos en todo momento de no distorsionar el mensaje del Señor, para obtener lo que queremos de los demás. Con un corazón entregado a Dios, debemos comunicar con honestidad las verdades espirituales que beneficien a los oyentes.

viernes, 25 de marzo de 2011

Fracasados anónimos. (25 de Marzo)

Mi obligación es asar las hamburguesas, los chorizos, la carne o cualquier otra cosa que mi esposa incluya en el menú. Y, aunque no soy el mejor de los chef cuando se trata de cocinar al aire libre, me encanta sentir el aroma inolvidable de asar alimentos sobre las brasas de carbón. Por eso, la mención de las «brasas», en Juan 21:9, me llama la atención. Además, suelo preguntarme por qué Juan incluyó este detalle en la historia sobre el llamado que Jesús le hace a un fracasado Pedro, para que volviera a seguirlo y a servirlo.En los versículos 1-3, es evidente que Pedro había reiniciado su negocio pesquero. Apenas unos días antes, estaba calentándose las manos en un fogón, después de haber negado a Jesús para salvar el pellejo (Juan 18:17-18). Entonces, ¿por qué no volver a la pesca?
Mientras Pedro y sus compañeros arrojaban las redes, el Señor preparó un fuego en la playa. ¿Se trató de una coincidencia? ¡Lo dudo! Y mientras Pedro se acercaba a Jesús, me pregunto si el intenso aroma de las brasas le hizo recordar aquel otro fogón, donde le había fallado a Cristo. Aun así, en Su misericordia, Jesús tomó la iniciativa de volver a llamarlo a Su servicio.
Piénsalo: Jesús está dispuesto a perdonar nuestros fracasos y llamarnos a servirlo. Después de todo, si solo las personas perfectas fueran aptas para Su servicio, ¡no tendría nadie a quien elegir!

Problemas de dinero. (24 de Marzo)

De las palabras de Jesús registradas en la Biblia, Él habla más sobre el dinero que de cualquier otro tema. Lucas 12 ofrece un buen resumen de Su perspectiva: no condena tener bienes, pero sí advierte sobre el peligro de confiar en el dinero para asegurarnos el futuro, porque es incapaz de resolver los problemas más importantes de la vida.
Aunque el Señor se refiere a muchos aspectos relacionados con este tema, parece concentrar todo en esta pregunta: ¿Qué efecto tiene el dinero sobre ti? Las posesiones pueden controlar la vida de una persona y desviar su atención, que debe estar centrada en Dios. Jesús nos desafía a liberarnos del poder del dinero… aunque eso signifique despojarnos de todo.
Él insta a sus oyentes a hacerse tesoros en el reino de Dios, porque estos pueden beneficiarlos en esta vida y también en la venidera. «No se preocupen», dijo (v. 22 NVI), porque Dios es el que suple nuestras necesidades. Y después, para enfatizar el concepto, trajo a colación al rey Salomón, el hombre más rico del Antiguo Testamento. Jesús dijo que Dios viste de manera más gloriosa una flor silvestre que a un rey majestuoso. Por eso, no debemos afligirnos (vv. 27-29), sino buscar «el reino de Dios, y todas estas cosas [nos] serán añadidas (v. 31).
Es mejor confiar en Dios, que se ocupa generosamente de toda la tierra, que pasarnos la vida preocupándonos por el dinero y las posesiones.

miércoles, 23 de marzo de 2011

¡Gracias!

Cuando visité México, cuánto deseé haber sabido hablar español. Podía decir gracias, muy bien y hola, pero eso era todo. Me cansé de decir solamente gracias a todos los que me hablaban o hacían algo por mí.
Sin embargo, nunca deberíamos cansarnos de expresar palabras de gratitud a Dios. David sabía lo importante que era dar gracias. Después de convertirse en rey de Israel y de hacer construir una tienda para albergar el arca del pacto (donde moraba la presencia de Dios), designó a los levitas «para que ministraran, dieran gracias y alabaran al Señor» (1 Crónicas 16:4 NVI). Allí permanecían muchas personas para ofrecer sacrificios y dar gracias a Dios todos los días (vv. 37-38).
David también les encargó a Asaf y a sus colaboradores un cántico de agradecimiento (1 Crónicas 16:8-36 NVI). Este salmo daba gracias por lo que el Señor había hecho: «sus proezas entre los pueblos» (v. 8), «sus maravillosas obras» (v. 9), «los prodigios y los juicios que ha emitido» (v. 12) y por ser el «Salvador» (v. 35). Esta canción también alababa al Señor por lo que Él es: bueno, misericordioso y santo (vv. 34-35).
Al igual que David, nunca deberíamos cansarnos de decirle gracias a Dios por lo que es y por lo que ha hecho por nosotros. Dedica hoy un tiempo para ofrecerle tu sacrificio de alabanza.

martes, 22 de marzo de 2011

Cómo florecer (22 de Marzo)

Mi familia y yo vivimos en un apartamento, así que, nuestro «jardín» consta de lo que podemos plantar en macetas para interiores. Durante mucho tiempo, las plantas no florecían, aunque las regábamos y les poníamos fertilizantes. Más tarde, descubrimos que, si queríamos que florecieran, teníamos que rastrillar la tierra y darla vuelta. Ahora, con sus hojas robustas y las flores abiertas, da sumo placer ver nuestras plantas.
A veces, nosotros necesitamos ser rastrillados y dados vuelta, para que nuestra vida florezca. Escribiéndoles a los creyentes perseguidos de su época, Pedro dijo: «Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos…» (1 Pedro 4:12-13).
Como la tierra de nuestras plantas en las macetas, a estos creyentes les estaban «dando vuelta» la vida. El propósito de Dios al hacerlo era permitir que la fe de ellos produjera alabanza y gloria para Él en la revelación de Jesucristo (1:7).
El Señor quiere remover las cosas que ahogan nuestra vida y que nos impiden irradiar gozo. Para hacerlo, a veces tiene que dejar que padezcamos angustias y dificultades; pruebas que ayudan a sacudir la tierra de nuestras vidas. Si hoy estás experimentando algo así, regocíjate. Sométete al toque de Su mano, y adquiere un gozo y una productividad como nunca imaginaste que pudieran existir.

Elogios gratuitos. (21 de Marzo)

Durante una época de crisis económica y noticias deprimentes, dos alumnos de la Universidad Purdue decidieron elevar el espíritu de la gente del campus con palabras alentadoras. Todos los miércoles por la tarde, durante dos horas, Cameron Brown y Brett Westcott se paraban junto a una concurrida acera, con un cartel grande que decía «Elogios gratuitos», y expresaban cosas agradables a todos los que pasaban. «Me gusta tu abrigo rojo». «Qué lindas botas para nieve». «Hermosa sonrisa». Algunos estudiantes decían que, todos los miércoles, pasaban a propósito por donde estaban «los chicos de los elogios», solo para oír comentarios amables.
Quedé impactado por estos dos jóvenes, que miraban a la gente con el propósito de elogiarla, en vez de buscar algún error o de criticar. Nosotros, como seguidores de Cristo, ¿es así como vemos a los demás todos los días?
En lugar de ser como esa persona que se concentra en las cosas malas y cuyas palabras son «como llama de fuego» (Proverbios 16:27), podemos adoptar un enfoque diferente, al saber que lo que decimos surge de lo más profundo de nuestro ser. «El corazón del sabio hace prudente su boca, y añade gracia a sus labios. Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos» (vv. 23-24).
Las palabras agradables pueden ser gratis, pero elevan el alma de manera inapreciable. ¿Por qué no animas hoy a alguien?

Vestimenta apropiada. (19 de Marzo)

Cuando era niño y jugaba al fútbol americano, una de las cosas a las que me costó acostumbrarme fue a todo el equipo deportivo que teníamos que ponernos. Al principio, correr bien con un casco, hombreras y otros elementos de protección puede parecer difícil e incómodo. Pero, con el tiempo, esa vestimenta defensiva se convierte en un amigo cercano, que brinda un resguardo satisfactorio contra las lesiones graves. Cuando un jugador de fútbol se viste, sabe que su equipo está diseñado para protegerlo en la batalla contra un oponente peligroso.
Como seguidores de Cristo, nosotros también nos enfrentamos a un enemigo peligroso; un adversario espiritual que busca hacernos caer y destruirnos. Gracias a Dios, el Señor nos ha provisto de una protección y nos insta a vestirnos para la batalla espiritual.
En Efesios 6:13, leemos: «Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes». Después, Pablo describe nuestra armadura: yelmo, coraza, escudo, espada, cinturón y calzado. Estos componentes del equipo espiritual solo son eficaces si nos los ponemos y los usamos, aunque, al principio, nos sintamos incómodos. Fidelidad a la Palabra (v. 17), oración (v. 18) y testimonio (vv. 19-20) son esenciales para que lleguemos a sentir que la armadura es parte de nosotros. Así que, ¡vistámonos! ¡La batalla ha comenzado!

viernes, 18 de marzo de 2011

Líbrame de la ira (18 de Marzo)

Tengo un amigo cuyas tarjetas de anotaciones tienen impreso un cuadro de El pensador, la famosa escultura de Rodín, que muestra a un hombre reflexionando profundamente. Debajo de la foto, aparece esta inscripción: «La vida no es justa».
En verdad, no lo es, y cualquier teoría que insista con que esta vida es justa demuestra ser ilusoria y engañosa.
No obstante, a pesar de las abrumadoras injusticias de la vida, David, en el Salmo 37, ora para no vengarse y, en su lugar, descansar en el Señor y esperar con paciencia hasta que Él traiga justicia a esta tierra en el momento oportuno (v. 7). «Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra» (v. 9).
Nuestra ira tiende a ser vengativa y punitiva; sin embargo, la de Dios carece de todo interés personal y es apaciguada por la misericordia. La ira puede ser incluso una muestra de Su amor incesante, que llegue a producir arrepentimiento y fe en nuestros opositores. Por lo tanto, no debemos vengarnos por nuestra cuenta, «… porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. […]. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal» (Romanos 12:19, 21).
Esto debe comenzar en el corazón, la fuente de donde fluyen todas las cuestiones de la vida. Quiera Dios que dejemos el enojo, que abandonemos la ira y que esperemos pacientemente en el Señor.

Una persona Buscada.(17 de marzo)

«¿Podrías orar por mi hermana?», preguntó, incómodo, el fornido obrero. Lo miré de manera sospechosa.
Hacía unos meses, el bochornoso calor del verano intensificaba las emociones de la atmósfera, antes de una huelga en la planta de ensamblaje donde yo trabajaba en esa época. Los supervisores movían la producción a paso frenético y los miembros del sindicato se resistían. Durante los descansos, los jefes sindicales nos instruían para que redujéramos nuestra actividad. Mi fe y mi idealismo me pusieron en una situación complicada, porque yo creía que lo único que Dios esperaba de mí era el máximo esfuerzo. Inocentemente, traté de explicar mi posición.
Mis compañeros de trabajo reaccionaron con hostilidad, y ese fornido obrero fue el cabecilla. ¿Alguna tarea indeseable…? Allí iba yo, obligado a hacerla. Era el blanco de los chistes más subidos de tono.
Por eso, sospeché de ese pedido de oración. «¿Por qué yo?», pregunté. Su respuesta me sacudió: «Porque ella tiene cáncer —dijo con aspereza— y necesito alguien a quien Dios oiga». El rencor desapareció cuando oré por su hermana.
Como en el caso del centurión de Lucas 7, los que atraviesan tormentas en la vida no pierden el tiempo ni andan con rodeos, sino que recurren directamente a aquellos cuya fe consideran real. Debemos ser esa clase de personas. ¿Nuestra vida nos señala como una persona buscada, por estar en contacto con Dios?

Respuestas de Dios

Daniel derramó su corazón ante Dios (Daniel 9:2). Acababa de leer Jeremías y descubrió que Dios había prometido que el cautiverio de Israel en Babilonia duraría 70 años. Por tanto, en un esfuerzo para representar a su pueblo delante de Dios, el profeta ayunó y oró; le rogó al Señor que el rescate no se dilatara (v. 19).
Cuando oramos, hay cosas que podemos saber y otras que no. Por ejemplo, tenemos la certeza de que Dios oirá nuestra oración si lo conocemos como nuestro Padre celestial por medio de la fe en Jesús, y también, que nos contestará según Su voluntad. Sin embargo, no sabemos cuándo responderá ni cómo lo hará.
Para Daniel, la respuesta a su oración llegó en forma milagrosa y ocurrió de inmediato. Mientras estaba orando, el ángel Gabriel apareció para contestarle. No obstante, la naturaleza de la réplica fue tan sorprendente como la rapidez en llegar. Mientras Daniel le preguntaba a Dios sobre los «70 años», la contestación fue respecto a un período profético de «70 semanas de años». Daniel le pidió al Señor que sucediera algo en ese preciso instante, pero Su respuesta tenía que ver con eventos que ocurrirían miles de años más tarde.
Al estar tan concentrados en las situaciones inmediatas que nos rodean, quizá la respuesta de Dios nos deje pasmados. De todos modos, podemos estar seguros de que lo que Él conteste será para Su gloria.

martes, 15 de marzo de 2011

Cuestión de perspectiva

Uno de mis cuentos favoritos trata de un ranchero tejano que ofrecía consejería agrícola a un granjero alemán, al cual le preguntó sobre el tamaño de su propiedad. Este respondió: «Casi 255 hectáreas». Cuando el alemán le preguntó al tejano cuánto medía su rancho, este le explicó que, si subía a su camioneta al amanecer y conducía hasta que anocheciera, todavía estaría dentro de sus tierras. Sin querer parecer menos, el granjero alemán dijo: «¡Yo solía tener una camioneta vieja como esa!».
Dejando de lado el chiste, es importante tener una perspectiva correcta. Desgraciadamente, los creyentes de Laodicea tenían un concepto equivocado de la riqueza (Apocalipsis 3:14-22). A simple vista, eran ricos: tenían abundantes bienes terrenales y pensaban que no necesitaban nada; ni siquiera al Señor. Pero Jesús tenía una visión diferente. A pesar de su prosperidad material, Él veía que cada uno de ellos era «desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo» (v. 17). Por eso, los invitó a volverse verdaderamente ricos al buscar lo que solo Él podía proveer: pureza, identidad, rectitud y sabiduría.
No cometamos el error de los laodicenses, sino mantengamos una perspectiva apropiada de qué significa ser rico: La riqueza verdadera no se mide por lo que tienes, sino por quién eres en Cristo.

lunes, 14 de marzo de 2011

Respuestas olvidadas (14 de Marzo)

Un amigo dejó dos empleos para convertirse en asistente de salud en tiempo integral, cuando su hijo adulto sufrió heridas graves en un accidente automovilístico. Ese mismo año, la que había sido su esposa por más de 30 años, contrajo una enfermedad terminal y falleció.
Desde entonces, dice que no sabe qué contestar cuando su hijo le pregunta «por qué» les sucedieron esas cosas. Pero me contó sobre un sueño alentador que tuvo durante el transcurso de todo aquello: Soñó que estaba en un lugar inundado de la luz del sol, que había multitudes de personas a su alrededor y también un hombre que contestaba todos sus «porqués». Cada respuesta tenía tanto sentido, que entendió con claridad por qué no tenía que saber ahora los motivos. Después, su hijo aparecía en el sueño, junto a él, pero, cuando trataba de ayudarlo con sus preguntas, no podía recordar las respuestas. De todos modos, aun eso parecía estar bien. Después, se despertó.
La experiencia de mi amigo me recuerda a otro amigo de Dios que sufrió al no tener respuestas a sus preguntas (Job 7:20-21). Solo cuando el Señor rompió el silencio y le dio a Job una visión de Su Persona a través de la maravilla de la creación, ese amigo descubrió algo que es mejor que cualquier respuesta (42:1-6). En ese preciso momento, Job halló paz, al saber que nuestro Dios tiene razones buenas e incluso maravillosas para que confiemos en Él.

Auto a chocolate. (13 de Marzo)

A muchos les gusta tanto la dulzura como la energía que obtienen del chocolate. No obstante, unos técnicos automotrices británicos descubrieron un uso sorprendente de este dulce alimento. Científicos de la Universidad de Warwick fabricaron un auto de carrera que funciona con aceites vegetales y chocolate. El combustible provee energía para que alcance una velocidad máxima de alrededor de 215 km por hora.
La Biblia también habla de una sorprendente fuente de energía, proveniente de un alimento. Cuando Dios utilizó a Elías en el monte Carmelo, para hacer descender fuego del cielo, a este clímax espiritual le sucedió una etapa de persecución y melancolía. Ante la depresión de Elías, el Señor mandó un ángel para proveer comida, bebida y descanso para el agotado profeta. El poder sustentador de ese alimento celestial fue extraordinario: «Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios» (1 Reyes 19:8).
Así como precisamos alimentos para sustentar nuestra vida física, del mismo modo necesitamos nutrientes para nuestro andar espiritual. La Palabra de Dios es dulce «más que miel, y que la que destila del panal» (Salmo 19:10), y alimenta nuestra alma. Hace «sabio al sencillo» (v. 7) y provee nutrientes y también energía para el largo viaje de la vida. Dedica tiempo para alimentarte con ella.

Visión clara (12 de Marzo)

El Gran Telescopio Canarias, uno de los más poderosos del mundo, está en la cima de un volcán extinguido, en La Palma, Islas Canarias. Inaugurado por el Rey Juan Carlos de España, en julio de 2009, brinda a los astrónomos una visión inusualmente clara de los cielos. Ubicado a casi 2.400 metros de altura, está por encima de la cobertura nubosa, donde los vientos predominantes son secos y sin turbulencias. Allí, cerca del paralelo del Ecuador, los científicos pueden estudiar todos los cuerpos celestes del hemisferio norte y parte de los del sur.
Jesús escogió la ladera de un monte para enseñar a Sus seguidores sobre las características de una vida consagrada a Dios. Les dijo que la actitud —no la altitud— era la clave para tener una visión clara del Padre.
En medio del pasaje conocido como las Bienaventuranzas, Jesús dijo: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios» (Mateo 5:8). Esto no es solo para algunos que tratan de lograrlo, sino para todos los que, humildemente, lo reciben. Para tener un corazón limpio a los ojos de Dios, debemos aceptar el perdón del Padre, que ofrece por medio de Cristo, Su Hijo. «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).
La cima de una montaña es un gran sitio para contemplar las estrellas, pero, para ver claramente a Dios, se requiere un corazón transformado.

viernes, 11 de marzo de 2011

A chorros

Desde afuera, gritos de alegría se filtraban en nuestra casa, y yo quise saber qué era el acontecimiento tan extraordinario que los originaba. Miré a través de las cortinas y vi dos muchachitos que se tiraban agua en medio de un torrente que brotaba de un caño hidrante para apagar incendios.
El chorro me hizo pensar en las bendiciones abundantes que Dios derrama sobre Sus hijos y en lo importante que es reconocer que «… el Señor; cada día nos colma de beneficios» (Salmo 68:19).
Aunque sé que Él me ha provisto de innumerables cosas buenas, cuando se le rompe una junta al auto, cuando la gripe ataca a mi familia y cuando las relaciones interpersonales amenazan con complicarse, la insatisfacción perturba mi perspectiva de las bendiciones del Señor… ¡se parecen más a gotas esporádicas que salen de un grifo que a una inundación que brota de un caño hidrante!
Quizá por esta razón, en el Salmo 103, David nos recuerda: «… no olvides ninguno de sus beneficios» (v. 2). Y después, para ayudarnos, enumera un torrente de bendiciones para los creyentes. Nos trae a la mente que Dios perdona todas nuestras iniquidades, que sana todas nuestras dolencias, que rescata del hoyo nuestra vida, que nos corona de favores y misericordias, y que sacia de bien nuestra boca (vv. 3-5).
Dediquemos hoy un tiempo para reconocer la abundante provisión divina en vez de pasar por alto Su chorro de bendiciones.

jueves, 10 de marzo de 2011

Regla de cinco minutos.

Leí sobre una regla de cinco minutos, que una madre tenía para sus hijos. Todos los días, cinco minutos antes de salir, debían juntarse y estar ya listos para ir a la escuela. Se reunían alrededor de la mamá, ella oraba por cada uno de ellos, por nombre, y le pedía al Señor que los bendijera durante el día. Después les daba un beso y ellos se iban corriendo. Si alguno de los niños vecinos pasaba por allí y se detenía, también se lo incluía en la oración. Muchos años más tarde, una de las hijas dijo que esa experiencia le había enseñado lo importante que es la oración para su vida cotidiana.
El escritor del Salmo 102 sabía que la oración es fundamental. Este salmo se titula: «Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento». Él exclamaba: «Jehová, escucha mi oración, […] apresúrate a responderme el día que te invocare» (vv. 1-2). Mirando hacia abajo, «desde lo alto de su santuario; Jehová miró desde los cielos a la tierra» (v. 19).
Dios se interesa por ti y desea oírte. Ya sea que sigas la regla de los cinco minutos, pidiéndole que bendiga tu día, o que necesites pasar más tiempo clamando al Señor desde tu profunda angustia, habla con Él todos los días. Tu ejemplo puede ejercer una gran influencia sobre uno de tus familiares o alguien cercano a ti.

miércoles, 9 de marzo de 2011

¿Ya llegamos? (9 de Marzo)

Si existe algo así como una pregunta universal, quizá sea esta: ¿Ya llegamos? Innumerables generaciones de niños la han hecho. Después, al convertirse en adultos, tienen que contestar la misma pregunta cuando se la formulan sus hijos.
Cada vez que leo los libros de Moisés, me pregunto cuántas veces oyó esta pregunta, hecha por los israelitas. Antes de rescatarlos de la esclavitud y de sacarlos de Egipto, Moisés les dijo que el Señor los guiaría «a tierra que fluye leche y miel» (Éxodo 3:8). Y lo hizo, pero primero tuvieron que pasar 40 años vagando por el desierto. Sin embargo, ese peregrinaje no fue algo común, ya que no estaban perdidos, sino que el deambular tuvo un propósito. Después de 400 años de esclavitud, los hijos de Israel necesitaban reorientar su corazón, alma y mente hacia Dios. Esto se logró en el desierto (Deuteronomio 8:2, 15-18), pero solo después de que toda una generación murió a causa de su desobediencia (Números 32:13).
En la vida, a veces parece que estamos dando vueltas en círculo. Nos sentimos perdidos; queremos preguntarle al Señor: ¿Ya llegamos? ¿Falta mucho? En esos momentos, es útil recordar que, para Dios, no solo es importante el destino, sino también cómo hacemos el viaje. Él lo emplea para humillarnos, probarnos y mostrarnos lo que tenemos en el corazón.

Pequeñeces (8 de Marzo)

Escéptico sobre la utilidad de un pequeño almuerzo, Andrés dijo a Jesús: «… ¿qué es [cinco panes de cebada y dos pececillos] para tantos?» (Juan 6:9). Sin embargo, esa pequeña porción, en manos de Jesús, se convirtió en una enorme bendición. Por eso, antes de pensar que no tienes mucho para ofrecer al Señor, considera esto:
Edward Kimball, un maestro de escuela dominical, de Boston, decidió visitar a un joven de su clase, para asegurarse de que fuera creyente. Aquel día guió a ese hombre, Dwight L. Moody, al Señor.
Moody, el Billy Graham del siglo xix, produjo un gran impacto en Wilbur Chapman. Chapman, un evangelista notorio, reclutó a Billy Sunday, para que se uniera a él en sus campañas de evangelización. A su vez, Sunday lanzó un ministerio nacional, con grandes resultados en ciudades como Charlotte, en Carolina del Sur. Una organización, fruto del reavivamiento impulsado por Sunday, invitó al evangelista Mordecai Ham a esa ciudad. En una de las reuniones, Billy Graham recibió a Cristo como Salvador y, más tarde, este se convirtió en el evangelista más importante de nuestra era.
Cuando pienses que no tienes mucho que ofrecer, recuerda al maestro de escuela dominical Edward Kimbal, que ocupó un sábado por la tarde para ir a visitar a un miembro de su clase. ¡Dios tiene una forma particular de usar la fidelidad rutinaria a las «pequeñeces», para lograr grandes cosas!

Olvidar el yo (7 de Marzo)

El verano pasado estaba pescando truchas en un arroyo, cuando un pez que comía cerca captó mi atención. Levanté la vista y allí, en la orilla, divisé a un conocido: Dave Tucker, el nacionalmente famoso guía de pesca con mosca y proveedor de artículos para este deporte. De inmediato, me centré en intentar lucirme, tiré mal la siguiente lanzada y se me escapó el pez. Esto es lo que sucede cuando no atendemos lo que estamos haciendo y pensamos en nosotros mismos.
W. H. Auden escribió un breve y atractivo poema sobre los que se olvidan de sí mismos cuando se concentran en una tarea: un cocinero revolviendo una salsa, un cirujano haciendo una incisión, un empleado completando una nota de embarque. Dice que todos «tienen la misma expresión de entrega total, olvidándose de sí mismos ante la tarea». Esta frase «olvidándose de sí mismos ante la tarea» me trae a la mente Filipenses 2:3-4: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino […] por lo de los otros».
Cuando escucho a un amigo, tengo que recordar que debo concentrarme en él y no empezar a preguntarme cómo se me ve, qué piensa él de mí o qué debo decir a continuación. Pongamos a los demás en primer lugar y escuchémoslos con total atención, compenetrados en quien está delante y olvidándonos de nosotros mismos.

Franelógrafo de Dios (6 de Marzo)

En esta era de nuevas tecnologías de vídeos, podría resultar difícil creer que algunos maestros todavía creen que la mejor manera de representar historias bíblicas es con el antiguo franelógrafo. Recuerdo que, cuando era niño, mis maestras de la escuela dominical usaban esos tableros cubiertos de franela, que les permitían mostrar las figuras recortadas de David, Daniel, Jonás, Jesús y todos los demás personajes. Los franelógrafos las ayudaban a representar en forma artística la esencia de la historia bíblica.
Sin embargo, aquellos franelógrafos de la antigua escuela no son las herramientas didácticas y gráficas más antiguas. Desde hace mucho, Dios tiene una especie de «franelógrafo» propio, y se llama creación. El Señor utiliza la maravilla de la creación para instruirnos y para manifestar Su poder.
En el Salmo 19:1, David escribió: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos». En la creación, Dios se reveló con tanta claridad, que Pablo declaró: «… las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles…». Los que poseen el testimonio de la creación «no tienen excusa» (Romanos 1:20). ¿Por qué? En el franelógrafo de la creación de Dios, vemos el orden divino y Su diseño. «¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!» (Salmo 8:1).

Lágrimas de miedo (5 de Marzo)

Juan, el gran apóstol y aquel a quien Jesús amaba, rompió en llanto.
En una visión, que tuvo cuando estaba preso (Apocalipsis 5:1-12), se encontró frente al trono de Dios mientras se revelaban los eventos futuros. En el cielo, Juan vio que Dios levantó un libro sellado. Mientras observaba las glorias de la presencia del Señor, lloró, porque no veía a nadie que lo pudiera abrir; nadie que tuviera el poder para exponer la revelación final de Dios y para completar el último capítulo del drama de la historia.
Cuando era apóstol, Juan había visto el poder del pecado en el mundo; había sido testigo de la vida y de la muerte de Jesús en la tierra para vencer el mal. Pero, en esta ocasión, tuvo miedo, porque no veía a nadie digno de abrir el libro y de derrotar para siempre ese pecado (v. 4).
Imagina la escena que tuvo lugar a continuación. Un anciano se acercó a Juan y le dijo: «No llores», y señaló a Alguien que él conocía: «He aquí […] el León de la tribu de Judá» (v. 5). El apóstol miró y vio a Jesús: el único con poder para tomar el libro, abrir los sellos y completar la historia. Las lágrimas de Juan se secaron de inmediato, y millones de ángeles proclamaron: «El Cordero […] es digno» (v. 12).
¿Estás llorando? Mira quién está aquí… el amigo de Juan: Jesús. Él es digno. Entrega todo en Sus manos, para que Él se haga cargo.

viernes, 4 de marzo de 2011

Anticipación (4 de Marzo)

A principios del mes en que empieza la primavera, una amiga mía comienza la cuenta regresiva. En el calendario que tiene en su oficina, estaban marcados los 20 días que faltaban para que llegara la nueva estación del año. Una mañana, cuando la vi, comentó: «¡Solo faltan 12 días!». Unos días después, exclamó: «¡Quedan solo seis!». El entusiasmo que tenía se me empezó a contagiar, y yo también me puse a contar cuánto faltaba. «¡Jerrie, solo quedan dos días!». «¡Sí, ya lo sé!», me dijo con alegría.
Como creyentes, tenemos algo para esperar con ansia, que es aun más emocionante que anticipar la aparición de las flores y el cálido esplendor del sol después de un frío invierno. Dios prometió muchas cosas en Su Palabra, y cada una de esas promesas se cumplió o se cumplirá. Pero una de las más importantes es la seguridad de que Cristo volverá. «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; […]. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1 Tesalonicenses 4:16-17).
Aunque nadie puede saber el día exacto, Dios nos prometió que Jesús regresará (Hechos 1:7-11). Mientras nos preparamos para celebrar la Pascua, ¡estimulémonos unos a otros anticipando ese día!

Quién y cómo (3 de Marzo)

Cuando leo los Evangelios, me identifico con los discípulos. Al igual que yo, ellos parecían lentos para entender. Jesús seguía diciéndoles cosas tales como ¿todavía no lo entienden? y ¿aún siguen sin entendimiento? (ver Marcos 7:18). Sin embargo, al final, Pedro «captó», al menos, una parte. Cuando Jesús preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?», Pedro contestó: «Tú eres el Cristo» (8:29).
Pedro tenía razón en cuanto a «quién» —Jesús—, pero todavía estaba equivocado respecto a «cómo». Cuando el Señor predijo Su muerte, el discípulo lo reprendió. Jesús, a su vez, lo reconvino, diciendo: «¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres» (v. 33).
Pedro seguía pensando en formas humanas de establecer reinos: un gobernante derrotaba a otro e instauraba un nuevo gobierno. Esperaba que Jesús hiciera lo mismo, pero el reino de Cristo vendría de una manera diferente: por medio del servicio y del sacrificio de Su vida.
El método que Dios emplea hoy no ha cambiado. Mientras que la voz de Satanás nos tienta para que obtengamos poder, las palabras de Jesús nos dicen que los mansos heredarán la tierra (Mateo 5:5). Para ganar ciudadanos para el reino de Dios, debemos seguir el ejemplo de Jesús, que dejó de lado las ambiciones egoístas, sirvió a los demás e invitó a las personas a arrepentirse de sus pecados.

Virtuoso. (2 de Marzo)

Un periódico importante de los Estados Unidos denominó a Christopher Parkening: «el guitarrista más virtuoso de nuestros días, ya que combina un profundo discernimiento musical con un completo dominio técnico de su instrumento». Sin embargo, hubo una época cuando Parkening dejó de tocar la guitarra profesionalmente. En el clímax de su carrera como guitarrista clásico, a los 30 años, se retiró, compró un rancho en Montana y pasaba los días pescando con mosca. No obstante, este retiro temprano no le brindó la satisfacción que anhelaba.
Más tarde, mientras visitaba California, lo invitaron a una iglesia, donde oyó una clara presentación del evangelio. Respecto a eso, escribió: «Esa noche me acosté y no pude dormir, quebrantado por mis pecados […]. Había vivido de una manera muy egoísta y eso no me había hecho feliz […]. Fue entonces cuando le pedí a Jesucristo que entrara en mi vida, para que fuera mi Salvador y Señor. Por primera vez en la vida, recuerdo haberle dicho: “Señor, lo que quieras que haga con mi vida, eso haré”».
Uno de los versículos bíblicos favoritos de Parkening es 1 Corintios 10:31: «Si, pues, […] hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios». Él ha vuelto a tocar la guitarra, pero ahora motivado por el deseo de glorificar al Señor.
A cada uno de nosotros se nos han concedido talentos y, cuando los usamos para la gloria de Dios, nos brindan gozo y satisfacción.

martes, 1 de marzo de 2011

Ganar o perder (1 de Marzo)

Durante la temporada 2009 de fútbol americano universitario, Colt McCoy, quarterback del equipo de la Universidad de Texas, cuando lo entrevistaban después de los encuentros, siempre empezaba dando gracias a Dios por la oportunidad de poder jugar. Al comienzo del campeonato nacional, se había lesionado y tuvo que ver desde el banquillo cómo perdía su equipo.
Después del partido, le dijo a un periodista de televisión: «Hubiese dado todo lo que tengo por haber podido jugar con mi equipo […]. Siempre le doy gloria a Dios. Nunca cuestiono por qué pasan las cosas. El Señor tiene el control sobre mi vida y sé que, si nada más existiera, estoy afirmado sobre la Roca».
El apóstol Pablo atravesó muchas veces la experiencia de ser liberado por Dios, pero no insistió en que las cosas se hicieran como él quería. Desde la prisión en Roma, le escribió a Timoteo: «Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano» (2 Timoteo 4:6). Alguien podría decir que Pablo no logró sus metas y que estaba terminando su vida derrotado. Pero él lo veía de otro modo: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe» (v. 7). Tenía la mirada puesta en el futuro, en la corona eterna (v. 8).
A medida que caminamos con Dios, podemos alabarlo por Su fidelidad.

Raíz del problema (28 de Febrero)

Cuando era niño, uno de mis dibujos animados favoritos de la televisión era Tom Terrific [El fabuloso Tom]. Cuando Tom enfrentaba un desafío, se ponía su gorra de pensar y reflexionaba sobre el asunto con su fiel compañero Mighty Manfred [El poderoso Manfred], el Perro Maravilla. Por lo general, la fuente de esos problemas era el archienemigo de Tom, Crabby Appleton. Hasta hoy, recuerdo cómo se describía en el programa a este villano: «Crabby Appleton, podrido hasta la médula».
La verdad es que todos nosotros compartimos el problema esencial de Crabby: alejados de Cristo, estamos todos podridos hasta la médula. El apóstol Pablo nos lo describió así: «… No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios» (Romanos 3:10-11). Ninguno de nosotros es capaz de vivir a la altura de los patrones de santidad perfectos de Dios. Debido a que, por nuestra condición, estamos separados de un Dios santo, Él envió a Su Hijo Jesús para entregarse y morir en la cruz, para recibir el castigo que nosotros merecemos, y después, resucitar. Ahora podemos ser «justificados gratuitamente por su gracia» por medio de la fe en Él (v. 24).
Jesucristo vino a buscar a personas «podridas hasta la médula» y a hacernos una «nueva creación» (2 Corintios 5:17). En Su bondad, solucionó nuestro problema por completo… hasta la médula.