martes, 29 de marzo de 2011

Hablar suave y despacio.

John Wayne, un famoso actor norteamericano e ícono cinematográfico, dijo una vez: «Habla suave, habla despacio y no digas demasiado». A mí me cuesta seguir su consejo porque hablo rápido y no siempre lo hago con suavidad ni limito mis palabras. Sin embargo, esta idea de controlar nuestro lenguaje puede ser una herramienta útil cuando se trata del enojo. La Biblia dice que uno debe ser «tardo para hablar» (Santiago 1:19), y que «la blanda respuesta quita la ira» (Proverbios 15:1).
Gedeón respondió con suavidad durante un enfrentamiento verbal con algunos israelitas (Jueces 8). Después que su ejército derrotó a los madianitas, un grupo de conciudadanos lo criticó duramente (v. 1). Estaban ofendidos porque no habían participado en la parte más importante de la batalla. Gedeón no reaccionó con una respuesta áspera, sino que les recordó que habían capturado y asesinado a los príncipes de Madián. También honró a los hombres preguntándoles: «¿… qué he podido yo hacer comparado con vosotros?». Finalmente, «el enojo de ellos contra él se aplacó, luego que él habló esta palabra» (v. 3).
Con la ayuda del Señor, podemos aplacar las situaciones caldeadas si controlamos nuestras palabras. Responder con amabilidad y delicadeza a las personas enojadas puede fomentar la unidad, para la gloria de Dios.

lunes, 28 de marzo de 2011

Medalla de oro al esfuerzo. (28 de Marzo)

En 2009, durante el campeonato de atletismo de escuelas secundarias en Kansas, sucedió algo inusual. El equipo femenino que ganó la carrera de relevos de 3.200 metros fue descalificado. Pero más raro fue lo que pasó después. El otro equipo, al que se le dio el premio estatal en su lugar, se dio vuelta y entregó las medallas a las integrantes del equipo descalificado.
La primera escuela, St. Mary’s Colgan, perdió el primer puesto porque los jueces consideraron que una corredora había salido de su carril cuando entregó el testigo. Esto significó que el segundo equipo, Maranatha Academy, ascendiera al primer lugar. Después de recibir sus medallas, las chicas del Maranatha vieron los rostros apesadumbrados de las alumnas del St. Mary’s; y entonces, se las dieron, una a cada una.
¿Por qué lo hicieron? Bernie Zarda, entrenadora del equipo del Maranatha, lo expresó así: «Nuestro eslogan del año era no correr para nuestra gloria, sino para la gloria de Dios». Como resultado del proceder de estas jovencitas, la historia trascendió por todo Kansas, y el nombre de Dios fue exaltado.
Cuando dejamos de lado nuestros intereses y logros personales para reconocer que es mejor ocuparse de los intereses de los otros (Filipenses 2:4), vemos que se glorifica el nombre del Señor. Actuar con gracia y bondad hacia los demás es una de las mejores maneras de guiarlos a Dios.

Teología para todos (27 de Marzo)

Algunos dicen que la teología es solo para los «profesionales». Sin embargo, la situación en la época de Jeremías ilustra por qué es importante que todos sepan lo que Dios dice acerca de sí mismo.
Los expertos religiosos de los días del profeta estaban tergiversando el mensaje de Dios al profetizar los «delirios de su mente» (Jeremías 23:26 NVI) y desviaban al pueblo con sus mentiras (v. 32). Debido a su falta de honestidad, la gente desconocía la verdadera naturaleza de Dios.
En la actualidad, hay personas que describen a Dios como un ser airado, vengativo y ansioso por castigar a la gente por errores insignificantes. Sin embargo, el Señor se describe diciendo que es «… misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad» (Éxodo 34:6). Otros le muestran al mundo un cuadro de un Señor amoroso, que es demasiado bueno para castigar la maldad. Pero Él se representa como alguien que ejerce juicio y justicia (Jeremías 9:24). Dios es, al mismo tiempo, un Juez justo y un Padre amoroso. Si enfatizamos un atributo por encima del otro, pintamos un cuadro falsificado de Su Persona.
Lo más importante que podemos saber de Dios y que debemos proclamarle al mundo es que el Señor no quiere castigar a la gente, sino que desea que todos se arrepientan, para poder perdonarlos (2 Pedro 3:9). No obstante, para ser en verdad amoroso, también debe ser absolutamente justo.

Eclipse de Colón (26 de Marzo)

En uno de sus viajes, Cristóbal Colón descubrió que los alimentos para la tripulación casi se habían terminado. Anclado frente a las costas de Jamaica, estaba agradecido de que los isleños le dieran comida. Pero, con el tiempo, esos regalos fueron disminuyendo y los marineros empezaron a morirse de hambre.
Por un libro de astronomía, Colón sabía que, en breve, habría un eclipse lunar. Entonces, reunió a los jefes nativos y les dijo que Dios estaba enojado porque ellos eran egoístas, y que escondería la luna. Al principio, los isleños se burlaron, pero, al ver que el disco plateado lentamente comenzaba a oscurecerse, se aterrorizaron y llevaron comida de inmediato. Colón les dijo que si oraban, la luna volvería. Aunque podamos comprender la situación, el «mensaje de Dios» que dio el navegante fue deshonesto y para beneficio personal.
Consciente de la existencia de charlatanes religiosos, que falsificaban la Palabra de Dios para satisfacer sus deseos, el apóstol Pablo escribió: «… no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo» (2 Corintios 2:17).
Debemos cuidarnos en todo momento de no distorsionar el mensaje del Señor, para obtener lo que queremos de los demás. Con un corazón entregado a Dios, debemos comunicar con honestidad las verdades espirituales que beneficien a los oyentes.

viernes, 25 de marzo de 2011

Fracasados anónimos. (25 de Marzo)

Mi obligación es asar las hamburguesas, los chorizos, la carne o cualquier otra cosa que mi esposa incluya en el menú. Y, aunque no soy el mejor de los chef cuando se trata de cocinar al aire libre, me encanta sentir el aroma inolvidable de asar alimentos sobre las brasas de carbón. Por eso, la mención de las «brasas», en Juan 21:9, me llama la atención. Además, suelo preguntarme por qué Juan incluyó este detalle en la historia sobre el llamado que Jesús le hace a un fracasado Pedro, para que volviera a seguirlo y a servirlo.En los versículos 1-3, es evidente que Pedro había reiniciado su negocio pesquero. Apenas unos días antes, estaba calentándose las manos en un fogón, después de haber negado a Jesús para salvar el pellejo (Juan 18:17-18). Entonces, ¿por qué no volver a la pesca?
Mientras Pedro y sus compañeros arrojaban las redes, el Señor preparó un fuego en la playa. ¿Se trató de una coincidencia? ¡Lo dudo! Y mientras Pedro se acercaba a Jesús, me pregunto si el intenso aroma de las brasas le hizo recordar aquel otro fogón, donde le había fallado a Cristo. Aun así, en Su misericordia, Jesús tomó la iniciativa de volver a llamarlo a Su servicio.
Piénsalo: Jesús está dispuesto a perdonar nuestros fracasos y llamarnos a servirlo. Después de todo, si solo las personas perfectas fueran aptas para Su servicio, ¡no tendría nadie a quien elegir!

Problemas de dinero. (24 de Marzo)

De las palabras de Jesús registradas en la Biblia, Él habla más sobre el dinero que de cualquier otro tema. Lucas 12 ofrece un buen resumen de Su perspectiva: no condena tener bienes, pero sí advierte sobre el peligro de confiar en el dinero para asegurarnos el futuro, porque es incapaz de resolver los problemas más importantes de la vida.
Aunque el Señor se refiere a muchos aspectos relacionados con este tema, parece concentrar todo en esta pregunta: ¿Qué efecto tiene el dinero sobre ti? Las posesiones pueden controlar la vida de una persona y desviar su atención, que debe estar centrada en Dios. Jesús nos desafía a liberarnos del poder del dinero… aunque eso signifique despojarnos de todo.
Él insta a sus oyentes a hacerse tesoros en el reino de Dios, porque estos pueden beneficiarlos en esta vida y también en la venidera. «No se preocupen», dijo (v. 22 NVI), porque Dios es el que suple nuestras necesidades. Y después, para enfatizar el concepto, trajo a colación al rey Salomón, el hombre más rico del Antiguo Testamento. Jesús dijo que Dios viste de manera más gloriosa una flor silvestre que a un rey majestuoso. Por eso, no debemos afligirnos (vv. 27-29), sino buscar «el reino de Dios, y todas estas cosas [nos] serán añadidas (v. 31).
Es mejor confiar en Dios, que se ocupa generosamente de toda la tierra, que pasarnos la vida preocupándonos por el dinero y las posesiones.

miércoles, 23 de marzo de 2011

¡Gracias!

Cuando visité México, cuánto deseé haber sabido hablar español. Podía decir gracias, muy bien y hola, pero eso era todo. Me cansé de decir solamente gracias a todos los que me hablaban o hacían algo por mí.
Sin embargo, nunca deberíamos cansarnos de expresar palabras de gratitud a Dios. David sabía lo importante que era dar gracias. Después de convertirse en rey de Israel y de hacer construir una tienda para albergar el arca del pacto (donde moraba la presencia de Dios), designó a los levitas «para que ministraran, dieran gracias y alabaran al Señor» (1 Crónicas 16:4 NVI). Allí permanecían muchas personas para ofrecer sacrificios y dar gracias a Dios todos los días (vv. 37-38).
David también les encargó a Asaf y a sus colaboradores un cántico de agradecimiento (1 Crónicas 16:8-36 NVI). Este salmo daba gracias por lo que el Señor había hecho: «sus proezas entre los pueblos» (v. 8), «sus maravillosas obras» (v. 9), «los prodigios y los juicios que ha emitido» (v. 12) y por ser el «Salvador» (v. 35). Esta canción también alababa al Señor por lo que Él es: bueno, misericordioso y santo (vv. 34-35).
Al igual que David, nunca deberíamos cansarnos de decirle gracias a Dios por lo que es y por lo que ha hecho por nosotros. Dedica hoy un tiempo para ofrecerle tu sacrificio de alabanza.

martes, 22 de marzo de 2011

Cómo florecer (22 de Marzo)

Mi familia y yo vivimos en un apartamento, así que, nuestro «jardín» consta de lo que podemos plantar en macetas para interiores. Durante mucho tiempo, las plantas no florecían, aunque las regábamos y les poníamos fertilizantes. Más tarde, descubrimos que, si queríamos que florecieran, teníamos que rastrillar la tierra y darla vuelta. Ahora, con sus hojas robustas y las flores abiertas, da sumo placer ver nuestras plantas.
A veces, nosotros necesitamos ser rastrillados y dados vuelta, para que nuestra vida florezca. Escribiéndoles a los creyentes perseguidos de su época, Pedro dijo: «Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos…» (1 Pedro 4:12-13).
Como la tierra de nuestras plantas en las macetas, a estos creyentes les estaban «dando vuelta» la vida. El propósito de Dios al hacerlo era permitir que la fe de ellos produjera alabanza y gloria para Él en la revelación de Jesucristo (1:7).
El Señor quiere remover las cosas que ahogan nuestra vida y que nos impiden irradiar gozo. Para hacerlo, a veces tiene que dejar que padezcamos angustias y dificultades; pruebas que ayudan a sacudir la tierra de nuestras vidas. Si hoy estás experimentando algo así, regocíjate. Sométete al toque de Su mano, y adquiere un gozo y una productividad como nunca imaginaste que pudieran existir.

Elogios gratuitos. (21 de Marzo)

Durante una época de crisis económica y noticias deprimentes, dos alumnos de la Universidad Purdue decidieron elevar el espíritu de la gente del campus con palabras alentadoras. Todos los miércoles por la tarde, durante dos horas, Cameron Brown y Brett Westcott se paraban junto a una concurrida acera, con un cartel grande que decía «Elogios gratuitos», y expresaban cosas agradables a todos los que pasaban. «Me gusta tu abrigo rojo». «Qué lindas botas para nieve». «Hermosa sonrisa». Algunos estudiantes decían que, todos los miércoles, pasaban a propósito por donde estaban «los chicos de los elogios», solo para oír comentarios amables.
Quedé impactado por estos dos jóvenes, que miraban a la gente con el propósito de elogiarla, en vez de buscar algún error o de criticar. Nosotros, como seguidores de Cristo, ¿es así como vemos a los demás todos los días?
En lugar de ser como esa persona que se concentra en las cosas malas y cuyas palabras son «como llama de fuego» (Proverbios 16:27), podemos adoptar un enfoque diferente, al saber que lo que decimos surge de lo más profundo de nuestro ser. «El corazón del sabio hace prudente su boca, y añade gracia a sus labios. Panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos» (vv. 23-24).
Las palabras agradables pueden ser gratis, pero elevan el alma de manera inapreciable. ¿Por qué no animas hoy a alguien?

Vestimenta apropiada. (19 de Marzo)

Cuando era niño y jugaba al fútbol americano, una de las cosas a las que me costó acostumbrarme fue a todo el equipo deportivo que teníamos que ponernos. Al principio, correr bien con un casco, hombreras y otros elementos de protección puede parecer difícil e incómodo. Pero, con el tiempo, esa vestimenta defensiva se convierte en un amigo cercano, que brinda un resguardo satisfactorio contra las lesiones graves. Cuando un jugador de fútbol se viste, sabe que su equipo está diseñado para protegerlo en la batalla contra un oponente peligroso.
Como seguidores de Cristo, nosotros también nos enfrentamos a un enemigo peligroso; un adversario espiritual que busca hacernos caer y destruirnos. Gracias a Dios, el Señor nos ha provisto de una protección y nos insta a vestirnos para la batalla espiritual.
En Efesios 6:13, leemos: «Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes». Después, Pablo describe nuestra armadura: yelmo, coraza, escudo, espada, cinturón y calzado. Estos componentes del equipo espiritual solo son eficaces si nos los ponemos y los usamos, aunque, al principio, nos sintamos incómodos. Fidelidad a la Palabra (v. 17), oración (v. 18) y testimonio (vv. 19-20) son esenciales para que lleguemos a sentir que la armadura es parte de nosotros. Así que, ¡vistámonos! ¡La batalla ha comenzado!

viernes, 18 de marzo de 2011

Líbrame de la ira (18 de Marzo)

Tengo un amigo cuyas tarjetas de anotaciones tienen impreso un cuadro de El pensador, la famosa escultura de Rodín, que muestra a un hombre reflexionando profundamente. Debajo de la foto, aparece esta inscripción: «La vida no es justa».
En verdad, no lo es, y cualquier teoría que insista con que esta vida es justa demuestra ser ilusoria y engañosa.
No obstante, a pesar de las abrumadoras injusticias de la vida, David, en el Salmo 37, ora para no vengarse y, en su lugar, descansar en el Señor y esperar con paciencia hasta que Él traiga justicia a esta tierra en el momento oportuno (v. 7). «Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra» (v. 9).
Nuestra ira tiende a ser vengativa y punitiva; sin embargo, la de Dios carece de todo interés personal y es apaciguada por la misericordia. La ira puede ser incluso una muestra de Su amor incesante, que llegue a producir arrepentimiento y fe en nuestros opositores. Por lo tanto, no debemos vengarnos por nuestra cuenta, «… porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. […]. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal» (Romanos 12:19, 21).
Esto debe comenzar en el corazón, la fuente de donde fluyen todas las cuestiones de la vida. Quiera Dios que dejemos el enojo, que abandonemos la ira y que esperemos pacientemente en el Señor.

Una persona Buscada.(17 de marzo)

«¿Podrías orar por mi hermana?», preguntó, incómodo, el fornido obrero. Lo miré de manera sospechosa.
Hacía unos meses, el bochornoso calor del verano intensificaba las emociones de la atmósfera, antes de una huelga en la planta de ensamblaje donde yo trabajaba en esa época. Los supervisores movían la producción a paso frenético y los miembros del sindicato se resistían. Durante los descansos, los jefes sindicales nos instruían para que redujéramos nuestra actividad. Mi fe y mi idealismo me pusieron en una situación complicada, porque yo creía que lo único que Dios esperaba de mí era el máximo esfuerzo. Inocentemente, traté de explicar mi posición.
Mis compañeros de trabajo reaccionaron con hostilidad, y ese fornido obrero fue el cabecilla. ¿Alguna tarea indeseable…? Allí iba yo, obligado a hacerla. Era el blanco de los chistes más subidos de tono.
Por eso, sospeché de ese pedido de oración. «¿Por qué yo?», pregunté. Su respuesta me sacudió: «Porque ella tiene cáncer —dijo con aspereza— y necesito alguien a quien Dios oiga». El rencor desapareció cuando oré por su hermana.
Como en el caso del centurión de Lucas 7, los que atraviesan tormentas en la vida no pierden el tiempo ni andan con rodeos, sino que recurren directamente a aquellos cuya fe consideran real. Debemos ser esa clase de personas. ¿Nuestra vida nos señala como una persona buscada, por estar en contacto con Dios?

Respuestas de Dios

Daniel derramó su corazón ante Dios (Daniel 9:2). Acababa de leer Jeremías y descubrió que Dios había prometido que el cautiverio de Israel en Babilonia duraría 70 años. Por tanto, en un esfuerzo para representar a su pueblo delante de Dios, el profeta ayunó y oró; le rogó al Señor que el rescate no se dilatara (v. 19).
Cuando oramos, hay cosas que podemos saber y otras que no. Por ejemplo, tenemos la certeza de que Dios oirá nuestra oración si lo conocemos como nuestro Padre celestial por medio de la fe en Jesús, y también, que nos contestará según Su voluntad. Sin embargo, no sabemos cuándo responderá ni cómo lo hará.
Para Daniel, la respuesta a su oración llegó en forma milagrosa y ocurrió de inmediato. Mientras estaba orando, el ángel Gabriel apareció para contestarle. No obstante, la naturaleza de la réplica fue tan sorprendente como la rapidez en llegar. Mientras Daniel le preguntaba a Dios sobre los «70 años», la contestación fue respecto a un período profético de «70 semanas de años». Daniel le pidió al Señor que sucediera algo en ese preciso instante, pero Su respuesta tenía que ver con eventos que ocurrirían miles de años más tarde.
Al estar tan concentrados en las situaciones inmediatas que nos rodean, quizá la respuesta de Dios nos deje pasmados. De todos modos, podemos estar seguros de que lo que Él conteste será para Su gloria.

martes, 15 de marzo de 2011

Cuestión de perspectiva

Uno de mis cuentos favoritos trata de un ranchero tejano que ofrecía consejería agrícola a un granjero alemán, al cual le preguntó sobre el tamaño de su propiedad. Este respondió: «Casi 255 hectáreas». Cuando el alemán le preguntó al tejano cuánto medía su rancho, este le explicó que, si subía a su camioneta al amanecer y conducía hasta que anocheciera, todavía estaría dentro de sus tierras. Sin querer parecer menos, el granjero alemán dijo: «¡Yo solía tener una camioneta vieja como esa!».
Dejando de lado el chiste, es importante tener una perspectiva correcta. Desgraciadamente, los creyentes de Laodicea tenían un concepto equivocado de la riqueza (Apocalipsis 3:14-22). A simple vista, eran ricos: tenían abundantes bienes terrenales y pensaban que no necesitaban nada; ni siquiera al Señor. Pero Jesús tenía una visión diferente. A pesar de su prosperidad material, Él veía que cada uno de ellos era «desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo» (v. 17). Por eso, los invitó a volverse verdaderamente ricos al buscar lo que solo Él podía proveer: pureza, identidad, rectitud y sabiduría.
No cometamos el error de los laodicenses, sino mantengamos una perspectiva apropiada de qué significa ser rico: La riqueza verdadera no se mide por lo que tienes, sino por quién eres en Cristo.

lunes, 14 de marzo de 2011

Respuestas olvidadas (14 de Marzo)

Un amigo dejó dos empleos para convertirse en asistente de salud en tiempo integral, cuando su hijo adulto sufrió heridas graves en un accidente automovilístico. Ese mismo año, la que había sido su esposa por más de 30 años, contrajo una enfermedad terminal y falleció.
Desde entonces, dice que no sabe qué contestar cuando su hijo le pregunta «por qué» les sucedieron esas cosas. Pero me contó sobre un sueño alentador que tuvo durante el transcurso de todo aquello: Soñó que estaba en un lugar inundado de la luz del sol, que había multitudes de personas a su alrededor y también un hombre que contestaba todos sus «porqués». Cada respuesta tenía tanto sentido, que entendió con claridad por qué no tenía que saber ahora los motivos. Después, su hijo aparecía en el sueño, junto a él, pero, cuando trataba de ayudarlo con sus preguntas, no podía recordar las respuestas. De todos modos, aun eso parecía estar bien. Después, se despertó.
La experiencia de mi amigo me recuerda a otro amigo de Dios que sufrió al no tener respuestas a sus preguntas (Job 7:20-21). Solo cuando el Señor rompió el silencio y le dio a Job una visión de Su Persona a través de la maravilla de la creación, ese amigo descubrió algo que es mejor que cualquier respuesta (42:1-6). En ese preciso momento, Job halló paz, al saber que nuestro Dios tiene razones buenas e incluso maravillosas para que confiemos en Él.

Auto a chocolate. (13 de Marzo)

A muchos les gusta tanto la dulzura como la energía que obtienen del chocolate. No obstante, unos técnicos automotrices británicos descubrieron un uso sorprendente de este dulce alimento. Científicos de la Universidad de Warwick fabricaron un auto de carrera que funciona con aceites vegetales y chocolate. El combustible provee energía para que alcance una velocidad máxima de alrededor de 215 km por hora.
La Biblia también habla de una sorprendente fuente de energía, proveniente de un alimento. Cuando Dios utilizó a Elías en el monte Carmelo, para hacer descender fuego del cielo, a este clímax espiritual le sucedió una etapa de persecución y melancolía. Ante la depresión de Elías, el Señor mandó un ángel para proveer comida, bebida y descanso para el agotado profeta. El poder sustentador de ese alimento celestial fue extraordinario: «Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios» (1 Reyes 19:8).
Así como precisamos alimentos para sustentar nuestra vida física, del mismo modo necesitamos nutrientes para nuestro andar espiritual. La Palabra de Dios es dulce «más que miel, y que la que destila del panal» (Salmo 19:10), y alimenta nuestra alma. Hace «sabio al sencillo» (v. 7) y provee nutrientes y también energía para el largo viaje de la vida. Dedica tiempo para alimentarte con ella.

Visión clara (12 de Marzo)

El Gran Telescopio Canarias, uno de los más poderosos del mundo, está en la cima de un volcán extinguido, en La Palma, Islas Canarias. Inaugurado por el Rey Juan Carlos de España, en julio de 2009, brinda a los astrónomos una visión inusualmente clara de los cielos. Ubicado a casi 2.400 metros de altura, está por encima de la cobertura nubosa, donde los vientos predominantes son secos y sin turbulencias. Allí, cerca del paralelo del Ecuador, los científicos pueden estudiar todos los cuerpos celestes del hemisferio norte y parte de los del sur.
Jesús escogió la ladera de un monte para enseñar a Sus seguidores sobre las características de una vida consagrada a Dios. Les dijo que la actitud —no la altitud— era la clave para tener una visión clara del Padre.
En medio del pasaje conocido como las Bienaventuranzas, Jesús dijo: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios» (Mateo 5:8). Esto no es solo para algunos que tratan de lograrlo, sino para todos los que, humildemente, lo reciben. Para tener un corazón limpio a los ojos de Dios, debemos aceptar el perdón del Padre, que ofrece por medio de Cristo, Su Hijo. «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).
La cima de una montaña es un gran sitio para contemplar las estrellas, pero, para ver claramente a Dios, se requiere un corazón transformado.

viernes, 11 de marzo de 2011

A chorros

Desde afuera, gritos de alegría se filtraban en nuestra casa, y yo quise saber qué era el acontecimiento tan extraordinario que los originaba. Miré a través de las cortinas y vi dos muchachitos que se tiraban agua en medio de un torrente que brotaba de un caño hidrante para apagar incendios.
El chorro me hizo pensar en las bendiciones abundantes que Dios derrama sobre Sus hijos y en lo importante que es reconocer que «… el Señor; cada día nos colma de beneficios» (Salmo 68:19).
Aunque sé que Él me ha provisto de innumerables cosas buenas, cuando se le rompe una junta al auto, cuando la gripe ataca a mi familia y cuando las relaciones interpersonales amenazan con complicarse, la insatisfacción perturba mi perspectiva de las bendiciones del Señor… ¡se parecen más a gotas esporádicas que salen de un grifo que a una inundación que brota de un caño hidrante!
Quizá por esta razón, en el Salmo 103, David nos recuerda: «… no olvides ninguno de sus beneficios» (v. 2). Y después, para ayudarnos, enumera un torrente de bendiciones para los creyentes. Nos trae a la mente que Dios perdona todas nuestras iniquidades, que sana todas nuestras dolencias, que rescata del hoyo nuestra vida, que nos corona de favores y misericordias, y que sacia de bien nuestra boca (vv. 3-5).
Dediquemos hoy un tiempo para reconocer la abundante provisión divina en vez de pasar por alto Su chorro de bendiciones.

jueves, 10 de marzo de 2011

Regla de cinco minutos.

Leí sobre una regla de cinco minutos, que una madre tenía para sus hijos. Todos los días, cinco minutos antes de salir, debían juntarse y estar ya listos para ir a la escuela. Se reunían alrededor de la mamá, ella oraba por cada uno de ellos, por nombre, y le pedía al Señor que los bendijera durante el día. Después les daba un beso y ellos se iban corriendo. Si alguno de los niños vecinos pasaba por allí y se detenía, también se lo incluía en la oración. Muchos años más tarde, una de las hijas dijo que esa experiencia le había enseñado lo importante que es la oración para su vida cotidiana.
El escritor del Salmo 102 sabía que la oración es fundamental. Este salmo se titula: «Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento». Él exclamaba: «Jehová, escucha mi oración, […] apresúrate a responderme el día que te invocare» (vv. 1-2). Mirando hacia abajo, «desde lo alto de su santuario; Jehová miró desde los cielos a la tierra» (v. 19).
Dios se interesa por ti y desea oírte. Ya sea que sigas la regla de los cinco minutos, pidiéndole que bendiga tu día, o que necesites pasar más tiempo clamando al Señor desde tu profunda angustia, habla con Él todos los días. Tu ejemplo puede ejercer una gran influencia sobre uno de tus familiares o alguien cercano a ti.

miércoles, 9 de marzo de 2011

¿Ya llegamos? (9 de Marzo)

Si existe algo así como una pregunta universal, quizá sea esta: ¿Ya llegamos? Innumerables generaciones de niños la han hecho. Después, al convertirse en adultos, tienen que contestar la misma pregunta cuando se la formulan sus hijos.
Cada vez que leo los libros de Moisés, me pregunto cuántas veces oyó esta pregunta, hecha por los israelitas. Antes de rescatarlos de la esclavitud y de sacarlos de Egipto, Moisés les dijo que el Señor los guiaría «a tierra que fluye leche y miel» (Éxodo 3:8). Y lo hizo, pero primero tuvieron que pasar 40 años vagando por el desierto. Sin embargo, ese peregrinaje no fue algo común, ya que no estaban perdidos, sino que el deambular tuvo un propósito. Después de 400 años de esclavitud, los hijos de Israel necesitaban reorientar su corazón, alma y mente hacia Dios. Esto se logró en el desierto (Deuteronomio 8:2, 15-18), pero solo después de que toda una generación murió a causa de su desobediencia (Números 32:13).
En la vida, a veces parece que estamos dando vueltas en círculo. Nos sentimos perdidos; queremos preguntarle al Señor: ¿Ya llegamos? ¿Falta mucho? En esos momentos, es útil recordar que, para Dios, no solo es importante el destino, sino también cómo hacemos el viaje. Él lo emplea para humillarnos, probarnos y mostrarnos lo que tenemos en el corazón.

Pequeñeces (8 de Marzo)

Escéptico sobre la utilidad de un pequeño almuerzo, Andrés dijo a Jesús: «… ¿qué es [cinco panes de cebada y dos pececillos] para tantos?» (Juan 6:9). Sin embargo, esa pequeña porción, en manos de Jesús, se convirtió en una enorme bendición. Por eso, antes de pensar que no tienes mucho para ofrecer al Señor, considera esto:
Edward Kimball, un maestro de escuela dominical, de Boston, decidió visitar a un joven de su clase, para asegurarse de que fuera creyente. Aquel día guió a ese hombre, Dwight L. Moody, al Señor.
Moody, el Billy Graham del siglo xix, produjo un gran impacto en Wilbur Chapman. Chapman, un evangelista notorio, reclutó a Billy Sunday, para que se uniera a él en sus campañas de evangelización. A su vez, Sunday lanzó un ministerio nacional, con grandes resultados en ciudades como Charlotte, en Carolina del Sur. Una organización, fruto del reavivamiento impulsado por Sunday, invitó al evangelista Mordecai Ham a esa ciudad. En una de las reuniones, Billy Graham recibió a Cristo como Salvador y, más tarde, este se convirtió en el evangelista más importante de nuestra era.
Cuando pienses que no tienes mucho que ofrecer, recuerda al maestro de escuela dominical Edward Kimbal, que ocupó un sábado por la tarde para ir a visitar a un miembro de su clase. ¡Dios tiene una forma particular de usar la fidelidad rutinaria a las «pequeñeces», para lograr grandes cosas!

Olvidar el yo (7 de Marzo)

El verano pasado estaba pescando truchas en un arroyo, cuando un pez que comía cerca captó mi atención. Levanté la vista y allí, en la orilla, divisé a un conocido: Dave Tucker, el nacionalmente famoso guía de pesca con mosca y proveedor de artículos para este deporte. De inmediato, me centré en intentar lucirme, tiré mal la siguiente lanzada y se me escapó el pez. Esto es lo que sucede cuando no atendemos lo que estamos haciendo y pensamos en nosotros mismos.
W. H. Auden escribió un breve y atractivo poema sobre los que se olvidan de sí mismos cuando se concentran en una tarea: un cocinero revolviendo una salsa, un cirujano haciendo una incisión, un empleado completando una nota de embarque. Dice que todos «tienen la misma expresión de entrega total, olvidándose de sí mismos ante la tarea». Esta frase «olvidándose de sí mismos ante la tarea» me trae a la mente Filipenses 2:3-4: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino […] por lo de los otros».
Cuando escucho a un amigo, tengo que recordar que debo concentrarme en él y no empezar a preguntarme cómo se me ve, qué piensa él de mí o qué debo decir a continuación. Pongamos a los demás en primer lugar y escuchémoslos con total atención, compenetrados en quien está delante y olvidándonos de nosotros mismos.

Franelógrafo de Dios (6 de Marzo)

En esta era de nuevas tecnologías de vídeos, podría resultar difícil creer que algunos maestros todavía creen que la mejor manera de representar historias bíblicas es con el antiguo franelógrafo. Recuerdo que, cuando era niño, mis maestras de la escuela dominical usaban esos tableros cubiertos de franela, que les permitían mostrar las figuras recortadas de David, Daniel, Jonás, Jesús y todos los demás personajes. Los franelógrafos las ayudaban a representar en forma artística la esencia de la historia bíblica.
Sin embargo, aquellos franelógrafos de la antigua escuela no son las herramientas didácticas y gráficas más antiguas. Desde hace mucho, Dios tiene una especie de «franelógrafo» propio, y se llama creación. El Señor utiliza la maravilla de la creación para instruirnos y para manifestar Su poder.
En el Salmo 19:1, David escribió: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos». En la creación, Dios se reveló con tanta claridad, que Pablo declaró: «… las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles…». Los que poseen el testimonio de la creación «no tienen excusa» (Romanos 1:20). ¿Por qué? En el franelógrafo de la creación de Dios, vemos el orden divino y Su diseño. «¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!» (Salmo 8:1).

Lágrimas de miedo (5 de Marzo)

Juan, el gran apóstol y aquel a quien Jesús amaba, rompió en llanto.
En una visión, que tuvo cuando estaba preso (Apocalipsis 5:1-12), se encontró frente al trono de Dios mientras se revelaban los eventos futuros. En el cielo, Juan vio que Dios levantó un libro sellado. Mientras observaba las glorias de la presencia del Señor, lloró, porque no veía a nadie que lo pudiera abrir; nadie que tuviera el poder para exponer la revelación final de Dios y para completar el último capítulo del drama de la historia.
Cuando era apóstol, Juan había visto el poder del pecado en el mundo; había sido testigo de la vida y de la muerte de Jesús en la tierra para vencer el mal. Pero, en esta ocasión, tuvo miedo, porque no veía a nadie digno de abrir el libro y de derrotar para siempre ese pecado (v. 4).
Imagina la escena que tuvo lugar a continuación. Un anciano se acercó a Juan y le dijo: «No llores», y señaló a Alguien que él conocía: «He aquí […] el León de la tribu de Judá» (v. 5). El apóstol miró y vio a Jesús: el único con poder para tomar el libro, abrir los sellos y completar la historia. Las lágrimas de Juan se secaron de inmediato, y millones de ángeles proclamaron: «El Cordero […] es digno» (v. 12).
¿Estás llorando? Mira quién está aquí… el amigo de Juan: Jesús. Él es digno. Entrega todo en Sus manos, para que Él se haga cargo.

viernes, 4 de marzo de 2011

Anticipación (4 de Marzo)

A principios del mes en que empieza la primavera, una amiga mía comienza la cuenta regresiva. En el calendario que tiene en su oficina, estaban marcados los 20 días que faltaban para que llegara la nueva estación del año. Una mañana, cuando la vi, comentó: «¡Solo faltan 12 días!». Unos días después, exclamó: «¡Quedan solo seis!». El entusiasmo que tenía se me empezó a contagiar, y yo también me puse a contar cuánto faltaba. «¡Jerrie, solo quedan dos días!». «¡Sí, ya lo sé!», me dijo con alegría.
Como creyentes, tenemos algo para esperar con ansia, que es aun más emocionante que anticipar la aparición de las flores y el cálido esplendor del sol después de un frío invierno. Dios prometió muchas cosas en Su Palabra, y cada una de esas promesas se cumplió o se cumplirá. Pero una de las más importantes es la seguridad de que Cristo volverá. «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; […]. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1 Tesalonicenses 4:16-17).
Aunque nadie puede saber el día exacto, Dios nos prometió que Jesús regresará (Hechos 1:7-11). Mientras nos preparamos para celebrar la Pascua, ¡estimulémonos unos a otros anticipando ese día!

Quién y cómo (3 de Marzo)

Cuando leo los Evangelios, me identifico con los discípulos. Al igual que yo, ellos parecían lentos para entender. Jesús seguía diciéndoles cosas tales como ¿todavía no lo entienden? y ¿aún siguen sin entendimiento? (ver Marcos 7:18). Sin embargo, al final, Pedro «captó», al menos, una parte. Cuando Jesús preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?», Pedro contestó: «Tú eres el Cristo» (8:29).
Pedro tenía razón en cuanto a «quién» —Jesús—, pero todavía estaba equivocado respecto a «cómo». Cuando el Señor predijo Su muerte, el discípulo lo reprendió. Jesús, a su vez, lo reconvino, diciendo: «¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres» (v. 33).
Pedro seguía pensando en formas humanas de establecer reinos: un gobernante derrotaba a otro e instauraba un nuevo gobierno. Esperaba que Jesús hiciera lo mismo, pero el reino de Cristo vendría de una manera diferente: por medio del servicio y del sacrificio de Su vida.
El método que Dios emplea hoy no ha cambiado. Mientras que la voz de Satanás nos tienta para que obtengamos poder, las palabras de Jesús nos dicen que los mansos heredarán la tierra (Mateo 5:5). Para ganar ciudadanos para el reino de Dios, debemos seguir el ejemplo de Jesús, que dejó de lado las ambiciones egoístas, sirvió a los demás e invitó a las personas a arrepentirse de sus pecados.

Virtuoso. (2 de Marzo)

Un periódico importante de los Estados Unidos denominó a Christopher Parkening: «el guitarrista más virtuoso de nuestros días, ya que combina un profundo discernimiento musical con un completo dominio técnico de su instrumento». Sin embargo, hubo una época cuando Parkening dejó de tocar la guitarra profesionalmente. En el clímax de su carrera como guitarrista clásico, a los 30 años, se retiró, compró un rancho en Montana y pasaba los días pescando con mosca. No obstante, este retiro temprano no le brindó la satisfacción que anhelaba.
Más tarde, mientras visitaba California, lo invitaron a una iglesia, donde oyó una clara presentación del evangelio. Respecto a eso, escribió: «Esa noche me acosté y no pude dormir, quebrantado por mis pecados […]. Había vivido de una manera muy egoísta y eso no me había hecho feliz […]. Fue entonces cuando le pedí a Jesucristo que entrara en mi vida, para que fuera mi Salvador y Señor. Por primera vez en la vida, recuerdo haberle dicho: “Señor, lo que quieras que haga con mi vida, eso haré”».
Uno de los versículos bíblicos favoritos de Parkening es 1 Corintios 10:31: «Si, pues, […] hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios». Él ha vuelto a tocar la guitarra, pero ahora motivado por el deseo de glorificar al Señor.
A cada uno de nosotros se nos han concedido talentos y, cuando los usamos para la gloria de Dios, nos brindan gozo y satisfacción.

martes, 1 de marzo de 2011

Ganar o perder (1 de Marzo)

Durante la temporada 2009 de fútbol americano universitario, Colt McCoy, quarterback del equipo de la Universidad de Texas, cuando lo entrevistaban después de los encuentros, siempre empezaba dando gracias a Dios por la oportunidad de poder jugar. Al comienzo del campeonato nacional, se había lesionado y tuvo que ver desde el banquillo cómo perdía su equipo.
Después del partido, le dijo a un periodista de televisión: «Hubiese dado todo lo que tengo por haber podido jugar con mi equipo […]. Siempre le doy gloria a Dios. Nunca cuestiono por qué pasan las cosas. El Señor tiene el control sobre mi vida y sé que, si nada más existiera, estoy afirmado sobre la Roca».
El apóstol Pablo atravesó muchas veces la experiencia de ser liberado por Dios, pero no insistió en que las cosas se hicieran como él quería. Desde la prisión en Roma, le escribió a Timoteo: «Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano» (2 Timoteo 4:6). Alguien podría decir que Pablo no logró sus metas y que estaba terminando su vida derrotado. Pero él lo veía de otro modo: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe» (v. 7). Tenía la mirada puesta en el futuro, en la corona eterna (v. 8).
A medida que caminamos con Dios, podemos alabarlo por Su fidelidad.

Raíz del problema (28 de Febrero)

Cuando era niño, uno de mis dibujos animados favoritos de la televisión era Tom Terrific [El fabuloso Tom]. Cuando Tom enfrentaba un desafío, se ponía su gorra de pensar y reflexionaba sobre el asunto con su fiel compañero Mighty Manfred [El poderoso Manfred], el Perro Maravilla. Por lo general, la fuente de esos problemas era el archienemigo de Tom, Crabby Appleton. Hasta hoy, recuerdo cómo se describía en el programa a este villano: «Crabby Appleton, podrido hasta la médula».
La verdad es que todos nosotros compartimos el problema esencial de Crabby: alejados de Cristo, estamos todos podridos hasta la médula. El apóstol Pablo nos lo describió así: «… No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios» (Romanos 3:10-11). Ninguno de nosotros es capaz de vivir a la altura de los patrones de santidad perfectos de Dios. Debido a que, por nuestra condición, estamos separados de un Dios santo, Él envió a Su Hijo Jesús para entregarse y morir en la cruz, para recibir el castigo que nosotros merecemos, y después, resucitar. Ahora podemos ser «justificados gratuitamente por su gracia» por medio de la fe en Él (v. 24).
Jesucristo vino a buscar a personas «podridas hasta la médula» y a hacernos una «nueva creación» (2 Corintios 5:17). En Su bondad, solucionó nuestro problema por completo… hasta la médula.

Un ramo de alabanza (27 de Febrero)

Corrie Ten Boom (1892–1983) fue sobreviviente de un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial y una creyente en Cristo que se convirtió en conferenciante popular en todo el mundo. Miles de personas asistían a sus reuniones para oírla hablar sobre cómo había aprendido a perdonar a sus captores del mismo modo que Cristo le había perdonado a ella sus pecados.
Después de cada encuentro, las personas la rodeaban y la colmaban de elogios por sus cualidades piadosas y le daban gracias por estimularlas en su andar con el Señor. Corrie decía que, después, cuando regresaba a su habitación en el hotel, se arrodillaba y le entregaba esos elogios a Dios como agradecimiento. Lo denominaba darle a Dios «un ramo de alabanza».
El Señor nos ha dado dones a cada uno de nosotros para usar en el servicio a los demás (1 Pedro 4:10), de manera que, «en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos» (v. 11). No tenemos nada que ofrecer a los demás que no hayamos recibido primero del Señor (1 Corintios 4:7); por lo tanto, la gloria le pertenece a Él.
Para aprender sobre la humildad, quizá podríamos seguir el ejemplo de Corrie. Si nos elogian por algo que dijimos o hicimos, entreguemos, en forma privada, un ramo de alabanza a Dios por la gloria que Él solo merece.

Con esperanza (26 de Febrero)

Sixteen Tons [Dieciséis toneladas], escrita por Merle Travis y grabada por Tennessee Ernie Ford, se convirtió en la canción más popular de mediados de la década del cincuenta. La gente parecía identificarse con el lamento de este minero, que se sentía atrapado e incapaz de cambiar su situación, sin importar cuánto se esforzara. Los obreros de las minas de carbón solían vivir en casas de la compañía y se les pagaba con «bonos»: unos cupones que solo tenían validez en las tiendas que también pertenecían a la empresa. Aunque se lo citara para ir al cielo —decía el minero—, no podría hacerlo, porque le debía su alma a la tienda de la compañía.
Este sentimiento de desesperante resignación puede ayudarnos a entender cómo se sentía el pueblo hebreo durante sus 400 años de esclavitud en Egipto. Cuando Moisés les dijo que Dios había prometido liberarlos de la opresión, no le prestaron atención «a causa de la congoja de espíritu» (Éxodo 6:9). Estaban tan profundamente hundidos que no podían mirar hacia arriba.
Pero Dios hizo a su favor algo que ellos mismos no podían hacer. La liberación milagrosa que el Señor otorgó a Su pueblo simboliza Su intervención poderosa a nuestro favor por medio de Su Hijo Jesucristo. «Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos» (Romanos 5:6).
Cuando la vida está en su punto más bajo, todavía hay esperanza, por la maravillosa gracia de Dios.