jueves, 26 de mayo de 2011

Confianza y Tristeza.

A principios de 1994, cuando con nuestra familia nos enteramos de que el equipo de fútbol de Estados Unidos jugaría la Copa del Mundo en Michigan, el estado donde nací, supimos que teníamos que estar allí.
¡Qué alegría sentíamos mientras íbamos camino al estadio Pontiac Silverdome a ver jugar a Estados Unidos contra Suiza! Fue uno de los eventos más extraordinarios de nuestra vida.
Solo hubo un problema. Una de nuestras hijas, Melissa, de nueve años, no pudo ir. Aunque disfrutamos del partido, no fue lo mismo sin ella. A pesar de la alegría de estar allí, estábamos tristes por su ausencia.
Cuando pienso en ese día, la tristeza que sentíamos me recuerda a la que experimentamos ahora que ya no está en esta vida, ya que murió en un accidente automovilístico ocho años después de aquel partido. Aunque apreciamos la ayuda del «Dios de toda consolación» (2 Corintios 1:3), este consuelo inmenso no cambia la realidad de su silla vacía en las reuniones familiares. Las Escrituras no dicen que Dios quita nuestra tristeza en esta vida, sino que Él es fiel y que nos consuela.
Si perdiste a alguien, aférrate al consuelo de Dios. Confía en Él. Pero recuerda que está bien sentir tristeza por esa ausencia. Ten en cuenta que es una razón más para echar tus cargas sobre tu amoroso Padre celestial.

martes, 24 de mayo de 2011

simplificar.

En una entrevista en la radio, a una superestrella del básquet le preguntaron sobre su habilidad especial para marcar en circunstancias cruciales el tanto ganador de un partido. El periodista quería saber cómo podía tener tanta calma en momentos de semejante presión. Él respondió que trataba de simplificar la situación. «Sólo hay que hacer un lanzamiento», dijo el jugador. Un lanzamiento… esta es la esencia de simplificar una circunstancia difícil. Concentrarse únicamente en lo que está delante de uno en ese momento. No preocuparse por las expectativas del entrenador ni de los compañeros de equipo. Simplificar.
Al reconocer que los desafíos de la vida pueden ser abrumadores y asfixiantes, Jesús nos instó a poner las cosas bajo control simplificándolas. Dijo: «… no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal» (Mateo 6:34). Así concluyó sabiamente Su enseñanza sobre el poder debilitante de la preocupación. Preocuparse no consigue nada positivo; sólo aumenta la sensación de que nos estamos hundiendo en los problemas que enfrentamos. Debemos tomar las cosas como vienen —día a día— y confiar en que Él nos dará la sabiduría necesaria para reaccionar como corresponde.
Si sientes que la vida te abruma, haz hoy lo que puedas y, después, confíale el resto al Señor. Como dijo Jesús: «Cada día tiene ya sus problemas» (NVI).

viernes, 20 de mayo de 2011

Recepción humilde.

Mientras leía el primer capítulo de Santiago, me impactó la frase «recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas» (v. 21). Me vino a la mente una decisión con la que he estado luchando para tomar, y pensé: No necesito leer otro libro, asistir a otro seminario ni preguntarle a un amigo sobre esto. Debo obedecer lo que la Biblia me dice que haga. Mis esfuerzos por estar mejor informado se habían convertido en un medio para resistir la instrucción de Dios en lugar de recibirla.
Santiago estaba escribiéndoles a seguidores de Cristo, cuando dijo: «desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:21-22).
El erudito bíblico W. E. Vine dijo que la palabra griega usada aquí para recibid significa «una recepción pronta y deliberada de lo que se ofrece». La mansedumbre es una actitud hacia Dios «que considera que Su trato con nosotros es bueno y que, por tanto, no lo cuestionamos ni lo resistimos». Un corazón humilde no lucha contra Dios ni contiende con Él.
La poderosa Palabra de Dios, implantada en nuestro corazón, es una fuente de sabiduría y fortaleza espiritual digna de confianza. Está a disposición de todos los que la reciben con humildad.

jueves, 19 de mayo de 2011

Relaciones destruidas.

Desde el balcón de mi casa, vi cómo demolían un edificio de apartamentos de 20 pisos. El trabajo se hizo en apenas una semana y ahora, en el mismo lugar, están construyendo uno nuevo. Ya han pasado varios meses y, aunque las tareas de edificación continúan de noche y los fines de semana, todavía está incompleto. ¡Cuánto más fácil es destruir que edificar!
La verdad sobre la demolición y la construcción de edificios también se aplica a las relaciones interpersonales. En Filipenses 4:2, Pablo les escribió a dos mujeres de la iglesia, diciendo: «Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor». Si no se resolvía, la pelea entre ellas amenazaba con echar por tierra el testimonio de la iglesia de Filipos. Por eso, el apóstol instó a un «compañero fiel» (v. 3) para que ayudara a reconstruir la relación.
Lamentablemente, los creyentes sin duda se pelean, pero deberíamos procurar vivir «en paz» con todos (Romanos 12:18). A menos que nuestros conflictos se resuelvan, el testimonio cristiano que con tanto trabajo construimos puede destruirse. Se requiere mucho tiempo y esfuerzo para recomponer relaciones interpersonales rotas. Pero vale la pena. Como un edificio nuevo que se levanta de entre las ruinas, los creyentes reconciliados pueden resurgir más fortalecidos.
¡Quiera Dios que hoy procuremos edificarnos unos a otros con nuestras palabras y acciones!

miércoles, 18 de mayo de 2011

Seremos transformados.

Thomas De Baggio contrajo la enfermedad de Alzheimer a una edad temprana, y en el libro Losing My Mind [Perder mi mente] hace una crónica de su pérdida gradual de la memoria. Allí registra el perturbador proceso mediante el cual la persona se olvida de todo: las tareas, los lugares y las personas.
Esta enfermedad afecta la actividad de las neuronas del cerebro, lo que genera pérdida gradual de la memoria, confusión y desorientación. Puede ser trágico observar que una persona que antes era mentalmente despierta empieza, de manera progresiva, a olvidarse cómo hacer para vestirse o que no reconoce los rostros de los seres queridos. Es como perder a la persona antes de que muera.
La pérdida de la memoria también puede ocurrir por otras razones, como un accidente o un trauma existencial. Y para los que vivimos hasta la vejez, el desgaste del cuerpo es inevitable.
Pero, para el creyente en Cristo, hay esperanza. Cuando reciban sus cuerpos glorificados en la resurrección, serán perfectos (2 Corintios 5:1-5). Sin embargo, más importante aún es que en el cielo reconoceremos a Aquel que murió para redimirnos. Recordaremos lo que hizo y lo conoceremos por las marcas de los clavos en Sus manos (Juan 20:25; 1 Corintios 13:12).
El olvido puede acosar nuestro cuerpo terrenal, pero, cuando veamos al Señor, «seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es» (1 Juan 3:2).

lunes, 16 de mayo de 2011

¿Vida injusta?

¿Alguna vez sentiste que la vida es injusta? Para los que estamos comprometidos a hacer la voluntad de Dios y seguir Sus caminos, es fácil frustrarse al ver que a las personas que no tienen interés en Él aparentemente les va bien en la vida. Un empresario engaña y, sin embargo, consigue un importante contrato, y el muchacho que se pasa todo el tiempo de fiesta es robusto y saludable. Mientras tanto, tú o un ser querido lucha con las finanzas o con problemas de salud. Esto nos hace sentir desengañados, como si no sirviéramos para nada.
Si alguna vez te sentiste así, no eres el único. El escritor del Salmo 73 desarrolla una extensa lista de formas en que prosperan los malos, y después dice: «Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón» (v. 13). Pero la marea de sus pensamientos vuelve atrás cuando recuerda el tiempo que pasó en la presencia del Señor: «Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos» (v. 17).
Cuando pasamos tiempo con Dios y vemos las cosas desde Su punto de vista, nuestra perspectiva cambia por completo. Quizá ahora tengamos celos de los incrédulos, pero no será así en el momento del juicio. Como expresa el dicho: ¿Qué diferencia hay si ganas la batalla, pero pierdes la guerra?
Tal como el salmista, alabemos a Dios por Su presencia en esta vida y por Su promesa de una existencia futura (vv. 25-28). Él es todo lo que necesitas, aunque la vida parezca injusta.

Palabras fuertes (15 de Mayo)

En un libro titulado UnChristian (Anticristianos), se enumeran razones por las que a algunos incrédulos no les gustan las personas que profesan fe en Jesucristo. La mayor queja tiene que ver con el modo en que algunos creyentes tratan a los incrédulos, y en ese estudio, estos tienden a considerar a los cristianos hipócritas, críticos, ásperos y odiosos con aquellos que los rechazan.
Estoy seguro de que te desagrada como a mí oír lo que ellos piensan de los creyentes. A veces, sus percepciones son más ciertas de lo que nos gustaría que fueran. Primera Juan 3 comienza con las palabras: «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios» (v. 1). Juan presenta un agudo contraste: Los creyentes aman la justicia, se mantienen alejados del pecado y se aman unos a otros; los incrédulos practican el pecado, odian a los demás y permanecen espiritualmente muertos.
¡Qué palabras tan fuertes! O somos seguidores de Jesucristo o del diablo. Somos como Caín o como Abel (v. 12; Génesis 4:8-15). Juan dice que amar a los demás es la prueba de que somos verdaderos hijos de Dios (3:10, 18-19; 4:7-8). No podemos seguir practicando el pecado y declarar que somos seguidores de Cristo. Asegurémonos de que nuestras palabras y acciones respalden nuestras creencias.

viernes, 13 de mayo de 2011

El dedo fuerte.

Hace poco, oí sobre un deporte que supera mi imaginación; no puedo entender cómo puede ser que alguien lo practique. Se llama «lucha del dedo del pie». Todos los años, gente de todo el planeta se reúne en Inglaterra para las competiciones mundiales. Los participantes se sientan en el suelo, uno frente al otro, y después sujetan el dedo gordo del pie de uno al del otro. El objetivo es voltear el pie del oponente de manera similar a como lo hacen los que compiten en pulseadas con los brazos. Me resulta extraño.
En cierto modo, esta competición inusual honra una parte del cuerpo que es bastante ignorada… hasta que se nos cae algo encima. Los pies, con sus dedos, son una parte vital de nuestra anatomía; sin embargo, les prestamos poca atención, a menos que nos duelan.
Quizá por esta razón Pablo usó el pie para recordarnos que no hay partes insignificantes en el cuerpo de Cristo. En 1 Corintios 12:15, declaró: «Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?». La única respuesta correcta es: «Claro que es parte del cuerpo».
Pablo quiere que nos demos cuenta de que cada persona del cuerpo de Cristo es importante. Aunque te consideres el miembro más pasado por alto e ignorado, eres valioso. Además, puedes honrar a Dios como un verdadero campeón si usas tus talentos particulares para Su gloria.

lunes, 9 de mayo de 2011

Amor útil.

Al final del viaje terrenal de mi madre, ella y mi papá todavía seguían muy enamorados y compartían una sólida fe en Cristo. Mamá padecía de demencia senil y había perdido la memoria, incluso de sus familiares. No obstante, papá la visitaba constantemente en la residencia donde vivía con asistencia diaria y buscaba maneras de suplir las capacidades disminuidas de ella.
Por ejemplo, le llevaba algunos caramelos masticables, desenvolvía uno y se lo ponía en la boca; algo que ella no podía hacer por sí sola. Entonces, mientras ella lo masticaba lentamente, mi padre se sentaba en silencio a su lado y la tomaba de la mano. Cuando terminaba el tiempo de estar juntos, mi padre, con una amplia sonrisa, decía: «Siento tanta paz y gozo cuando paso tiempo con ella».
Aunque me conmovía el gran gozo que papá tenía al ayudar a mi madre, más me emocionaba que él estaba representando la gracia de Dios. Jesús estuvo dispuesto a humillarse a sí mismo para conectarse con nuestra debilidad. Reflexionando en la encarnación de Cristo, Juan escribió: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…» (1:14). Al adquirir las limitaciones humanas, Él hizo innumerables actos de compasión, para suplir nuestras debilidades.
¿Conoces a alguien que pueda beneficiarse con el amor útil y suplidor que hoy podría fluir a través de ti hacia ellos?

viernes, 6 de mayo de 2011

La sabia hormiga

Todos los años hago algo especial para celebrar la llegada de la primavera: compro trampas para hormigas. Estas pequeñas invasoras marchan continuamente a nuestra cocina para buscar cualquier resto de comida que haya quedado en el suelo. No son exigentes; les gusta todo: trocitos de papas fritas, un grano de arroz e incluso una pizca de queso.
Aunque las hormigas pueden ser una molestia, Salomón las alabó por su estricta ética laboral (Proverbios 6:6-11). Señaló que son disciplinadas: «no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor» (v. 7), son sumamente productivas. También siguen ocupadas cuando no hay una necesidad inmediata, y así consiguen suministros en el verano y recogen alimentos durante la siega (v. 8). Cuando llega el invierno, no están preocupadas pensando qué van a comer. Poco a poco, estas obreras laboriosas han ahorrado suficiente para subsistir.
Nosotros podemos aprender de la hormiga. Cuando Dios nos da épocas de abundancia, podemos preparar para cuando los recursos sean pocos. El Señor es el proveedor de todo lo que tenemos, incluso de nuestra capacidad para trabajar. Debemos hacerlo con diligencia, ser administradores sabios de lo que Él ha provisto y, después, descansar en la promesa de Su cuidado (Mateo 6:25-34).
Recordemos el consejo de Salomón: «Ve a la hormiga, […], mira sus caminos, y sé sabio» (Proverbios 6:6).

miércoles, 4 de mayo de 2011

Dos palabras.

En los anales de la historia publicitaria en los Estados Unidos, uno de los eslogan más eficaces que ha habido es la pregunta de los productores de leche californianos: «¿Bebiste leche?». Con esta frase, el grupo captó la atención de casi todos. En unas encuestas, más del noventa por ciento de la gente reconoció el lema.
Si «¿bebiste leche?» es tan bueno para recordar a la gente que debe beber «jugo de vaca», quizá podamos crear algún eslogan para instarnos a vivir vidas más santas. Veamos Santiago 4 e intentemos hacerlo. Este pasaje nos da cuatro instrucciones específicas.
1. ¡Someteos! El versículo 7 nos dice que nos sometamos a Dios. Nuestro Señor soberano nos ama, así que, ¿por qué no dejar que sea Él quien dirija la función? La sumisión nos ayuda a resistir al diablo. 2. ¡Acercaos! El versículo 8 nos recuerda la importancia de acercarnos a Dios. Depende de nosotros cerrar la brecha que nos separa del Señor. 3. ¡Limpiad! El versículo 8 también nos trae a la memoria la seguridad de que nuestro corazón está limpio. Esto sucede cuando confesamos nuestros pecados a Dios. 4. ¡Humillaos! Santiago dice que debemos ser humildes delante del Señor (v. 10). Esto implica que tenemos que considerar nuestro pecado como algo por lo cual llorar.
¡Someteos! ¡Acercaos! ¡Limpiad! ¡Humillaos! Estas palabras quizá no parezcan apropiadas en una camiseta, como «¿bebiste leche?», pero sin duda lucirán bien en ti.

martes, 3 de mayo de 2011

Nunca Solos

Al haber jugado fútbol en torneos intercolegiales, nunca perdí mi amor por «el juego bonito». En especial, me encanta ver la Premier League inglesa. Una de las razones es la destreza y la velocidad con que allí se juega. Además, me apasiona cómo cantan los aficionados para respaldar a sus amados «bandos». Por ejemplo, durante años, el equipo de Liverpool ha tenido como lema You’ll Never Walk Alone [Nunca caminarás solo]. ¡Qué emocionante que es oír a 50.000 personas que se unen para cantar la letra de esa antigua canción! Tanto para los jugadores como para los aficionados, es estimulante ver que seguirán juntos hasta el fin. ¿Caminar solos? Nunca.
Este sentimiento es importante para todos. Como todos hemos sido hechos para vivir en comunidad, el aislamiento y la soledad están entre las experiencias más dolorosas del ser humano. En tiempo de angustia, nuestra fe es vital.
El hijo de Dios nunca necesita temerle al abandono. Aunque la gente se nos vuelva en contra, los amigos nos dejen o las circunstancias nos separen de los seres queridos, nunca estamos solos. Dios dijo: «No te desampararé, ni te dejaré…» (Hebreos 13:5). Estas frases no son solo una agradable melodía ni palabras ingeniosas que ofrecen un sentimiento vacío, sino la promesa de Dios mismo para los que son el objeto de Su amor. Él está presente… y no se va a ir.
Con Cristo, nunca caminarás solo.

lunes, 2 de mayo de 2011

Dos reglamentos.

¿Alguna vez te sentiste abrumado por los reglamentos y las expectativas? Imagina cómo se habrá sentido el pueblo judío cuando trataba de cumplir más de 600 reglas del Antiguo Testamento y muchas otras que le habían impuesto los líderes religiosos de aquella época. Imagina también su sorpresa cuando Jesús simplificó la búsqueda de la rectitud al reducir la lista a solo dos cosas: «Amarás al Señor tu Dios» (Mateo 22:37) y «amarás a tu prójimo como a ti mismo» (v. 39).
En esencia, Jesús nos está diciendo que Dios sabe cómo lo amamos a Él por la forma en que tratamos a las demás personas. A todas ellas. Seamos realistas: amar a nuestro prójimo puede ser un desafío. Pero, cuando lo hacemos para expresar nuestro amor a Dios, damos rienda suelta a una motivación poderosa que ama sin importar si esa persona lo merece o no. Y cuando amamos a Dios y a nuestro prójimo, todo lo demás se ajusta también. Si amo a mi prójimo, no daré falso testimonio contra él, no codiciaré su riqueza ni a su esposa, ni tampoco le robaré. Amar a los demás en beneficio de la obra de Dios concede incluso la gracia y la fortaleza para perdonar a aquellos que nos han colmado de injusticias.
¿Hay alguien que hoy necesita ver el amor de Dios a través de ti? ¡Cuanto más desagradable sea la persona, más sentido tiene que declares la profundidad de tu amor a Dios!