viernes, 13 de mayo de 2011

El dedo fuerte.

Hace poco, oí sobre un deporte que supera mi imaginación; no puedo entender cómo puede ser que alguien lo practique. Se llama «lucha del dedo del pie». Todos los años, gente de todo el planeta se reúne en Inglaterra para las competiciones mundiales. Los participantes se sientan en el suelo, uno frente al otro, y después sujetan el dedo gordo del pie de uno al del otro. El objetivo es voltear el pie del oponente de manera similar a como lo hacen los que compiten en pulseadas con los brazos. Me resulta extraño.
En cierto modo, esta competición inusual honra una parte del cuerpo que es bastante ignorada… hasta que se nos cae algo encima. Los pies, con sus dedos, son una parte vital de nuestra anatomía; sin embargo, les prestamos poca atención, a menos que nos duelan.
Quizá por esta razón Pablo usó el pie para recordarnos que no hay partes insignificantes en el cuerpo de Cristo. En 1 Corintios 12:15, declaró: «Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?». La única respuesta correcta es: «Claro que es parte del cuerpo».
Pablo quiere que nos demos cuenta de que cada persona del cuerpo de Cristo es importante. Aunque te consideres el miembro más pasado por alto e ignorado, eres valioso. Además, puedes honrar a Dios como un verdadero campeón si usas tus talentos particulares para Su gloria.

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